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Ilusiones en naranja y negro

No siempre los sueños se gestan con una pelota bajo la suela y un arco como objetivo. A veces la génesis del ideal ronda alrededor de un aro de básquet y un balón anaranjado.
Roca cobijó las primeras correrías sobre el parquet de algunos chicos que tuvieron que hacerse grandes de golpe, como pasó con los hermanos Fabi o con Diego Guaita.
Hasta España se tendió la ilusión del pivot, que comenzó su carrera en aquel Deportivo Roca de elite, cuando competía en el Liga Nacional. Diego está desde este  año en el Cáceres 2016 (de Extremadura) de la Leb Oro, un escalón por debajo de la ACB. Pero su sueño abrió sus puertas en el 2000, cuando Diego tenía apenas 17 años. “Hace 8 años que dejé Roca, parece mentira. Mi primer destino fue Boca, donde estuve tres temporadas en dos ciclos. En el medio me fui a España, pero desde el 2004 estoy acá”, cuenta Guaita desde Cáceres, su nuevo hogar.
“Me fui con la idea de hacerme un lugar. La tuve que pelear en mi primer año en Boca. Era un equipo que tenía a Héctor Campana, Luis Villar, Esteban de la Fuente... Creo que jugué apenas 11 partidos”, rememora Diego, aunque los pocos minutos en cancha no fueron los mayores problemas al comienzo.
“En el primer tiempo me costó encontrarle la vuelta a Buenos Aires y a la cantidad de nuevas obligaciones en un club como Boca. Pero por una cuestión de supervivencia, en Buenos Aires te adaptás o te adaptás. Si no te pasan por encima”, agrega Diego, quien es el segundo jugador más joven (a los 14 años con Deportivo Roca) en debutar en una Liga Nacional.
Nadie más indicado entonces para sugerir pasos futuros a los que viene detrás. “El consejo que le puedo dar a un chico que recién comienza es que se vuelque con todo, de lleno, sin medias tintas. Es un deporte para practicar con   pasión y también con alegría. Esto es primordial, si no te divertís cuando tenés tu primer contacto con el juego, algo no anda bien”.
“Todos se fueron desde muy chicos. Primero Martín (29 años, actualmente en Liniers de Bahía Blanca), que cuando terminó el secundario buscó el básquet como alternativa”, cuenta Jorge ‘Chati’ Fabi, referente del baloncesto local, padre de los jugadores y ex árbitro de Liga Nacional. “Después fue Juan Manuel (26), que con 16 años se fue a Ferro, y a los 21 arrancó para Italia”.
Hoy, el segundo de la dinastía se apresta a jugar su cuarta temporada en la Serie A-1 con el Montegranado, su nuevo club, luego de tres años en el Pierrel Capo D´Orlando, también de la elite del básquet italiano.
“El año pasado se fue Agustín (17), después de salir campeón Sudamericano de cadetes con la selección. Ahora está jugando en Bahiense del Norte (de donde salió Emanuel Ginóbili) y vive junto a otros seis compañeros de la selección, bajo el programa de la Fundación BQT que creó ‘Manu’ en Bahía Blanca”, cuenta con orgullo papá Fabi. “Ellos encontraron el camino, ahora falta recorrerlo. Están tratando ser lo que siempre quisieron ser. Espero que tengan las fuerzas para hacerlo”.

 



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