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Los records y la imagen china | ||
Nunca unos Juegos Olímpicos combinaron logros deportivos de magnitud con un impacto social, como lo hizo Pekín 2008. La competencia abrió los ojos del mundo en cuanto a las nuevas realidades chinas y mostró los enormes cambios experimentados por este país en los últimos 20 años. Las gestas épicas de Michael Phelps y Usain Bolt quedarán grabadas para siempre en la historia olímpica. El nadador logró algo que no parecía posible cuando ganó ocho preseas doradas en la natación, fijando siete records mundiales. Y el jamaiquino Bolt causó tal vez más asombro todavía al triunfar en los 100 y los 200 metros del atletismo (y en relevos). Además, el margen espeluznante con que ganó marcará una generación de aficionados al deporte. Los records fueron la vedette de estos Juegos: cayeron 43 marcas mundiales y 132 records olímpicos. Pero Pekín trascendió lo estrictamente deportivo y permitieron descubrir un país que se moderniza aceleradamente y en la que comienzan a asomar hábitos de consumo occidental. El presidente del Comité Olímpico Internacional Jacques Rogge dijo que "China aprendió acerca del mundo y el mundo aprendió acerca de China''. Y sentenció: "Estos Juegos fueron verdaderamente excepcionales". Claro, también se hizo claro que los chinos todavía tienen mucho camino por recorrer para ponerse a tono con Occidente, especialmente en el plano de las libertades civiles. No se permitieron protestas y se acentuó la sensación de que persiste un estado militarizado, con una población sumisa que sigue al pie de la letra las instrucciones. Ante 91.000 personas, la ceremonia de clausura mezcló los tambores chinos con la entrada de un autobús rojo típicamente inglés y paraguas para dar la bienvenida a Londres 2012. Una catarata de ruido y color que cerró un acontecimiento único. |
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