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\"Cuando se discrimina una vez, se discrimina siempre\" | ||
POR: CARLOS TORRENGO (carlostorrengo@hotmail.com) |
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¿Ministra? -Sí, sí... -De la Argentina, de un diario del interior de la Argentina, de la Patagonia... un punto donde no hay muchos paraguayos sino chilenos y crece el número de bolivianos, pero donde hay, sí, pueblos, culturas indígenas. -Sí, sí, claro, claro. Y sí, los pueblos indígenas aunque no nos conozcamos entre sí, bueno, tenemos en común que somos muy viejos en estas tierras. -Horas atrás la escuché con Magdalena y... -...sí, sí; me están llamando de Argentina. -Sucede que su confesión impactó, recorrió el mundo. -Bueno, es mi historia y la de muchos. No es nuevo, al menos aquí, en Paraguay. -Pasa que su confesión tuvo la impronta de lo directo, de plantarnos ante temas que mucha gente cree, a pesar de muchas realidades presentes, que son situaciones reservadas, no sé, para la literatura, el cine. Ser secuestrada por "hombres blancos", tal cual usted los definió, ser vendida, estar sin identidad... -Un poquito más de 40 años atrás. Pero eso pasó mucho en este Paraguay con los pueblos indígenas. Nuestra historia está muy cargada de todo ese sufrimiento. -¿Un recuerdo de cuando era pequeña y los blancos la vendían a un hacendado y luego a otro? -No sé... la soledad. Quizá la soledad. -De su relato se infiere que fue durante la dictadura de Stroessner que se agudizó el sometimiento. ¿Es así? -La dictadura de ese señor agudizó todos los mecanismos de explotación y sometimiento del indígena. Yo nací y me crié bajo esa dictadura, para la cual el grueso de los paraguayos no era nada pero los indígenas éramos mucho menos... éramos cosas, sólo teníamos obligaciones. -Habla en tiempo pasado. ¿Mejoró la situación con la llegada de la democracia, aun admitiendo lo deficitarias que son las democracias en esta parte del mundo? -Lo que pasa es que es los indígenas hemos aprendido; nos organizamos, nos defendemos, nos encontramos, nos informamos... y hay organizaciones sociales que nos ayudan. Para muestra vale que una indígena es hoy ministra de Asuntos Indígenas. -¿Me puede definir en pocas palabras y desde la perspectiva indígena cómo sintió usted la relación de explotación a la que fue sometida durante años? -Callar, obedecer, asumir en silencio esa condición de no tener derechos. Son recuerdos de mi niñez, de mi adolescencia. Y el prejuicio, claro: el prejuicio sobre nosotros, la discriminación. -¿El prejuicio vivido cómo qué? -Como sospecha permanente sobre el indígena; el prejuicio como cultura de dominación no es nuevo en Paraguay. No fue un producto de la dictadura de Stroessner. Es algo que está muy vigente en Paraguay. -Hay un historiador argentino dedicado a temas indígenas -Víctor Hugo Robledo- que sostiene que cuando el prejuicio se despliega sobre el pueblo indígena siempre tiene una doble carga, por llamarla así, de irreductibilidad. ¿Lo siente así a partir de su experiencia? -Sí. El prejuicio como cultura, cuando se centra en el indígena, se centra para siempre. El indígena lo percibe, se da cuenta de que siempre será igual, de que esa visión jamás cambiará y por lo tanto tampoco cambiará la relación que el prejuicio establece. Además está la discriminación misma, y cuando se discrimina una vez se discrimina siempre. Pero esto no quiere decir que las cosas no cambien, no se muevan, porque, mire, se avanza a favor de los derechos de los pueblos indígenas. Hoy, mal que bien, avanzamos aun frente al prejuicio. -Aceptación-rechazo suele ser la dialéctica en que se mueve toda la cultura de sometimiento al indígena de cara a quien somete y lo que representa. Esto es así a lo largo de la historia. ¿Cuál es su experiencia en esta materia? -Lo sucedido a mi pueblo, los aché, y mi propia experiencia me llevan a la conclusión de que siempre tuvimos rechazo a lo que se nos presentaba como vida pero, por otra parte, estábamos en condiciones muy determinadas, muy dadas. Nos vendían, nos explotaban, quizá esperando que algún día las cosas cambiarían. Yo lo veo así. -Al menos en la Argentina hoy está crecientemente vigente en el campo de la reflexión sobre el tema indígena sostener que la solución de los problemas que los afectan, el logro de una integración digna, etcétera, hace a resolver cuestiones nacionales más amplias. O sea, son temas que generalmente hacen a la relación nación-diversidad. ¿Está de acuerdo con este punto de vista? -Sí, sí. Los indígenas no somos los únicos postergados en nuestras sociedades. Reconocernos en nuestros derechos, posibilitarnos el acceso a una vida más digna donde no se explote, donde los servicios de Justicia, de salud, de educación estén abiertos para nosotros, son nada más ni nada menos que la expresión de problemas nacionales que deben ser resueltos. Nosotros no tenemos la exclusividad de esos problemas. También los padecen millones de seres en nuestro continente. -Liliana Tamagno, una antropóloga argentina, en un reciente trabajo sobre diversidad e igualdad sostiene que en relación con dar a los pueblos indígenas el lugar que se merecen en el concierto nacional hay que reconocer que están compartiendo con nosotros "un mismo tiempo, no son expresión del pasado en el presente; son el presente que nos remite necesariamente al pasado para revisarlo y son quienes decidirán, junto con nosotros, el futuro". ¿El hecho de que haya sectores que los vean sólo como expresión del pasado tiene para usted relación con el grado de explotación a que son sometidos los indígenas, por caso en Paraguay? -Sin lugar a dudas. Al poder, a quienes detectan el poder real, el que hace a las riendas de la economía, no le interesa vernos como presente o sólo le interesa que seamos presente para, bueno, explotar al indígena, colocarlo en... en... -¿...en otra dimensión? -Claro, en otra dimensión, sería situar al indígena en otro grado de relación con ellos, sería compartir muchas cosas, darnos posibilidades, escucharnos; sería no mirarnos desde el prejuicio. Porque el prejuicio les sirve, los ayuda a explicarse, a justificar sus conductas. Nosotros lo que reclamamos es ser reconocidos en nuestros derechos, en nuestro derecho a tener un pedazo de tierra para trabajar, en admitirnos libremente, como uno más ante el resto; ser ciudadanos. -¿Qué es la tenencia de la tierra para el Paraguay indígena? -Despojo y motivo de lucha. En Paraguay no hay posibilidad de integrar la sociedad si no es mediante una mejor distribución de la tierra. Unos cientos de familias tienen no sólo las tierras más ricas sino la mayor cantidad de tierra. -No va a ser fácil resolver ese tema en esa dirección. -No va a ser fácil, pero en el logro de ese objetivo es que se justifica en mucho la llegada de Fernando Lugo a la presidencia de Paraguay. -¿Qué cree que puede ir quedando atrás, ir alejándose, con Lugo presidente? -Nada será fácil, nada vendrá de la noche a la mañana. Pero es la primera vez en la historia de este país en muchas décadas, muchas, que hay un gobierno que llega representando, entre otros, a los sectores más postergados del país. Y llega desde afuera del poder, desde el llano, y esto en Paraguay no es poco. -Usted es cacique del pueblo aché. En la Argentina, el término "cacique" tiene connotaciones que posiblemente lo desvirtúen: habla de poder irrestricto, personalismo, etcétera. ¿Qué es ser cacique del pueblo aché? -Hablar con su pueblo, ayudarlo, aconsejar, sugerir. -¿Ya arrancó como ministra? -Ya estamos, sí, sí, ya estamos. Tiene 46 años. Forjó su niñez y su adolescencia en el prejuicio por su condición de indígena paraguaya y fue raptada por blancos y vendida varias veces a distintos hacendados, en la soledad de una existencia que era la de muchos y que ella -confiesa- soportó porque sabía que un día de algún tiempo, que ahora es presente, tendría la oportunidad de revertirla. |
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