Javier Mascherano tiene lo mejor de los mejores volantes centrales que pasaron por el seleccionado argentino en las últimas décadas. La fiereza del Américo Rubén Gallego, el incesante despliegue y la ubicación de Sergio Batista, la presencia (aunque con menos magia) de Fernando Redondo, el corazón de Diego Simeone y Matías Almeyda. El “Jefecito”, con apenas 24 años, ya entró en la historia al transformarse en el único jugador argentino en ganar dos medallas de oro en Juegos Olímpico. Ningún adjetivo es demasiado para describir las características futbolísticas de Mascherano. Tiene quite, precisión y es el equilibrio de la mitad de la cancha, pero además juega como los Dioses. Si no que lo digan Lucas y Thiago Neves, los dos brasileños que, avergonzados en sus fibras más íntimas, detuvieron al tractorcito a las patadas y encontraron la salida al bochorno antes de los 90 reglamentarios. La historia de “Masche” tiene pocos parámetros de comparación, por ejemplo porque debutó antes en el seleccionado mayor (16 de julio de 2003, 2-2 ante Uruguay) que en River, el club de sus amores, donde jugó su primer partido en primera un mes y medio después, con 19 años. En apenas cinco primaveras ganó dos campeonatos con la “banda”, emigró a Brasil y fue campeón con el Corinthians, lo colgaron en el West Ham inglés, polémica mediante por su pase, y ahora juega en el poderoso Liverpool, donde llegó a las semifinales de la Liga de Campeones. Con la albiceleste fue oro en Atenas, subcampeón de la Copa Confederaciones (2005) y dos veces segundo en Copa América (2004 y 2007). En todas estas competencia fue figura y su imagen se agigantó de manera sorprendente. Lo que se vio en el último mundial de Alemania terminó de rubricar su nivel, ya que fue lejos el mejor jugador argentino. Y en Pekín lo confirmó, al punto que su nivel sólo es comparable con el de Lionel Messi. El plus es que el “León” del medio jugó los 570 minutos que disputó la selección en la competencia (en cuartos hubo alargue con Holanda) y hasta tuvo la grandeza de disputar el último partido de la zona jugando de líbero. Es decir, si la máxima en Argentina era decir que no se puede imaginar la selección sin La Pulga, tampoco se puede hacerlo sin este gigante de 24 años. Junto a él, otro que jugó fenomenal fue Fernando Gago. Antes del inicio de los Juegos, le consultaron el “Checho” Batista sobre el volante del Real Madrid. Y dijo: “Gago es el más parecido a mí. Porque se anticipa, corta y toca. Como hacía yo”. Y aunque el preferido del entrenador es “Masche”, en Pekín Fernando hizo más que eso, porque también se desdobló para crear, y muchas veces lo hizo ante las “ausencias” de Riquelme. Gago siente como pocos la camiseta de la selección, igual que la rivalidad ante Brasil. En esa semi fue de los que más metió y después, con el 3-0 consumado, de los que más festejó. “Fachita”, con apenas 22 años, ganó con Boca dos torneos locales y tres internacionales, fue campeón del mundo sub 20 en el 2005, en el torneo que explotó Messi, y es bicampeón del poderoso fútbol español con el Real Madrid. Con el seleccionado mayor debutó el 7 de enero de 2007, en la victoria 1-0 ante Francia, en el Stade de France, siempre de la mano de Alfio Basile, quien adora su juego y quien le agradece haber sido el “5” de ese fenomenal equipo “Xeneize”, que ganó todo con el “Coco”, y que le permitió el técnico del vozarrón regresar al predio de Ezeiza. La dupla de volantes centrales mostró una gran compatibilidad y espantaron los fantasma que rondaban en este sentido. Se hicieron cargo ellos solitos de la recuperación en la mitad de la cancha y, por sobre todas las cosas, plantaron una enorme certeza: con uno u otro, hay “5” para rato. Defensa con pocas fisuras Para poder llenar de talento la delantera y para darle una mano al doble 5, Sergio Batista apostó y mantuvo la línea de cuatro durante todo el torneo. Es cierto que Pablo Zabaleta y Fabián Monzón, por momentos, fueron volantes, la realidad es que Argentina defendió con cuatro. Y no pasó demasiados sofocones. Precisamente, los mayores problemas estuvieron en las bandas . Ni el ex San Lorenzo ni el juvenil que apenas suma un puñado de partidos en Boca fueron regulares. En varios pasajes se vieron desbordados y en ataque, buscaron sociedades que al final no funcionaron. De todas maneras fueron de menor a mayor y alcanzaron su pico de rendimiento ante Brasil, ni más ni menos. El lateral “xeneize” fue de lo mejor; mientras que Zabaleta apoyó de manera constante a los centrales. Y si de cueveros se trata, aquí está “el” descubrimiento del “Checho”: Nicolás Pareja. El DT lo tenía registrado de Argentinos Juniors, pero como se fue al Anderlecht de Bélgica muy pocos lo registraban. Cayó al equipo de rebote por las deserciones de Gabriel Milito, Nicolás Burdisso, Martín Demichelis....Fue sorpresa, a tal puntos que a la hora de buscar el mejor defensor, tiene todas las fichas. Ezequiel Garay también se mostró muy seguro, pero como ya tiene chapa de grande (lo compró el Real Madrid), el público criollo suele ponerse más exigente. Y Federico Fazio cumplió cuando le tocó ingresar.
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