Un estreno ganador Como en el Mundial de Alemania 2006, el debut en los Juegos fue ante Costa de Marfil. También el resultado fue el mismo: 2-1 para la albiceleste. No fue el mejor partido del equipo de Sergio Batista, pero era el estreno y se sabe de la importancia de salir airoso de la primera función. La victoria ante los africanos fue trabajada y la Argentina recién encontró con los primeros tres puntos al final del juego. Hubo aciertos en ofensiva, pero muchos errores atrás. Gracias a que se encendieron sus individualidad, sobre todo Lionel Messi y JR Riquelme, gestores del primer gol albiceleste. El ‘Torero’ asistió de manera magistral a la ‘Pulga’ para el 1-0, a 3’ del descanso. En el complemento Costa de Marfil encontró el empate rápido, a los 7, con un frentazo de Cissé. El 1-1 parcial era justo. El ‘Checho’ movió el banco y mandó a la cancha a Ángel Di María y a Lautaro Acosta. Y fue justamente el ‘Laucha’ quién le dio la primera victoria a la Argentina, cuando recogió un rebote del arquero marfileño tras un disparo de Messi. El primer paso estaba dado. El plan B funcionó El juego colectivo volvió a quedar en deuda, pero la Argentina hizo lo que tenía que hacer ante un rival de pergaminos inferiores a los albicelestes. Al equipo de Batista le bastaron algunos chispazos de sus jugadores para superar a un excesivamente defensivo seleccionado australiano por 1-0. Pero las luminarias no llegaron de quienes habían sido vitales en el debut ante Costa de Marfil (Messi, Riquelme por caso), sino de estrellas alternativas como Ángel Di María y Ezequiel Lavezzi. Como ante los africanos, la llave del éxito estaba en el banco y el entrenador argentino volvió a estar acertado en las modificaciones. El equipo australiano defendía con 8 hombres y la muralla parecía impenetrable. El 0-0 parecía inamovible. Pero a 15’ para el final, Riquelme y Messi, que no habían aparecido en toda su dimensión, armaron una doble pared, que derivó en Di María. El ex Central buscó la entrada por el segundo palo de Lavezzi y el ‘Pocho’ le dio el segundo triunfo a la Argentina en Pekín. El resultado colocaba a la albiceleste en cuartos de final, sólo faltaba conocer su ubicación final en el grupo A. Pero todavía faltaba Serbia... Primera e invicta
Ya clasificada, la Argentina presentó varias modificaciones, tácticas y de nombres, para enfrentar a Serbia. Batista paró 3-4-2-1 por primera vez en el torneo y tuvieron sus primeros minutos en la competencia, el arquero Sergio Romero, Federico Fazio, Ever Banega y Diego Buonanotte. El ‘Principito’ Sosa era titular por primera vez. Y la novedad: Javier Mascherano de líbero. Si Messi, Riquelme y Sergio Agüero (aún en deuda) a la selección le faltó magia y pimienta, pero le alcanzó su mayor categoría para lograr un merecida victoria por 2-0. A los 12’ la Argentina se puso en ventaja gracias a que Lavezzi por una falta a Di María. Con la temprana ventaja a su favor, la Argentina se limitó a hacer rodar el balón y su juego se volvió previsible. Serbia no tenía con qué dar vuelta la historia, y hubo que esperar hasta los 37’ para sacudir la modorra. Buonanotte tomó un tiro libre cerca de la puerta del área grande, y con un certero disparo anotó el segundo tanto para la selección. La “albiceleste” mecánica
Los siempre difíciles holandeses fueron el obstáculo en cuartos de final. Tan complicada fue la victoria argentina, que recién consiguió el lugar entre los cuatro mejores en el tiempo suplementario, cuando Messi metió un pase quirúrgico para la entrada de Di María, que el delantero del Benfica definió con maestría. La ‘Naranja’ aplicó un plan metódico que consistió en impedir todo avance albiceleste con una fuerte marcación, y el uso de la falta permanentemente. La Argentina fue paciente y a los 13’ se adelantó en el marcador gracias a un remate a quemarropa de Messi. Pero a los 36’ Bakkal dejó las cosas como al principio, situación que favoreció a los planes holandeses. En el ST la Argentina dominó ampliamente a su rival, pero la sequía de Sergio Agüero no encontraba su fin. El Kun se perdió dos claras y hubo que ir al tiempo extra ya con Romero en el arco tras la seria lesión de Ustari. La albiceleste continuó siendo más, pero hubo que esperar una genialidad de Messi y la puntería de Di María para alcanzar el segundo tanto, y con ello el derecho de enfrentar a Brasil por un lugar en la final. La venganza de la final perdida en la Copa América estaba en marcha.
La victoria más esperada
El partido más esperado, la final anticipada, el duelo eterno, el que todos quieren ganar. Para llegar a la chance de pelear otra vez por el oro como en Atenas 2004, la Argentina debía dejar en el camino nada menos que a Brasil. Y no sólo despidió al equipo de Dunga de su sueño dorado, sino que además lo goleó con momentos de fútbol de alto vuelo. La Argentina pasó por arriba a la verdeamarela, y volvió a postergar la chance brasileña de obtener el único lauro que le falta. El clásico sudamericano en tierras chinas se jugó en medio de una singular expectativa, alimentado en arte por el promocionado duelo Messi-Ronaldinho. Pero fue Sergio Agüero el que (por fin) hizo su aparición en los Juegos, nunca tan oportuna. Luego de un primer tiempo parejo, la Argentina consiguió el primer desnivel gracias a que el Kun conectó con le pecho, un centro de Di María. Minutos después, tocó hacía el arco vacío un envío de Garay, y cómo si esto fuera poco, a él le hicieron la falta en el área que Riquelme transformó en 3-0.
|