La Argentina terminó encontrando en Pekín, la ansiada revancha de aquel mal trago de los Juegos Olímpicos de Atlanta ‘96 ante el mismo rival: Nigeria. La final, que presenciaron más de 86.000 espectadores en el estadio Sanford de la ciudad estadounidense de Atenas (Georgia), se convirtió en un sube y baja, que mantuvo en vilo a la multitud a lo largo de todo el desarrollo. La Argentina, conducida por Daniel Passarella, se puso por delante en el minuto 3 con un gol de Claudio López. Pero el colosal lateral izquierdo que tenía aquel equipo de las ‘águilas verdes’, Celestine Babayaro, igualó el juego en el minuto 28. Con el 1-1 transitorio se fueron al descanso. Ya en el complemento, Hernán Crespo, con un penal, recuperó la ventaja para la albiceleste cuando se llevaban disputados 5 minutos. Pero Daniel Amokachi volvió a dejar las cosas iguales a los 29’. El 2-2 parecía inamovible. Pero en el último minuto del partido, en el instante previo a un tiro libre desde la derecha, Néstor Sensini le ordenó a la última línea jugar el fuera de juego y fue el propio defensor el que salió tarde de su posición. Amunike rompió el offside y anotó con toda legalidad el gol de la victoria nigeriana en el ocaso del partido. La carga de Sensini “Es un recuerdo muy doloroso. No dudo de que conquistar la plata sea toda una gesta, pero habíamos jugado tan bien durante todo el torneo que merecimos ganar”, rememoró Sensini, a 12 años de aquel partido. “Nunca merecimos aquella derrota”.
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