Como en Atenas 2004, pero muy distinto a Atlanta ‘96. El “Dream Team” de Sergio Batista revalidó la condición de candidato con la que aterrizó en Pekín, sufrió más de la cuenta ante un duro equipo nigeriano, pero sacó pecho, ganó 1-0 gracias a un magnífico gol de Ángel Di María y, al final, es el único equipo criollo que se vuelve a casa con la medalla dorada. Costó, pero Riquelme, Messi y Cía. pudieron tomarse revancha de los nigerianos, justamente con la última selección con la que perdió en una competencia olímpica (ver página 4). Después de aquella final de Atlanta, que terminó 3-2 para tristeza de Daniel Passarella y sus muchachos, la albiceleste encolumnó una invicto de 13 victoria “doradas”, entre Atenas (ganó siete, sin recibir goles) y Pekín.¿Quién es el hombre record? Nada menos que Javier Mascherano, que jugó la totalidad de esos partidos y se transformó en el único deportista argentino de la historia en subirse a lo más alto dos veces (y para colmo, seguidas). Si alguien pensaba que Nigeria sería un trámite camino al firmamento dorado, ese pensamiento quedó rápidamente descartado. Los africanos no se amedrentaron con el buen pie y los nombres argentinos, minuto a minuto se fueron adelantando cada vez más en el terreno y sobre el cierre del primer período hicieron pasar un par de sofocones a los campeones olímpicos. Argentina arrancó mejor, con Lio Messi movedizo pero impreciso, y con un Ángel Di María que fue lo mejor de ese comienzo. Poco y nada pudo concretar el seleccionado nacional en ataque, porque sus arrestos individuales se diluían en los últimos metros. Con el trámite parejo y el equipo del “Checho” Batista a paso lento y demasiado previsible, la más clara de Nigeria cayó a los 33, con un vertiginoso desborde de Peter Odemwigie, que nadie alcanzó a concretar. Riquelme estuvo desaparecido y Messi maniatado, por lo que la única vía que encontró fue el disparo de media distancia. Antes del cierre, una “bomba” de Monzón casi besa la red, de no ser por las manos de Vanzekin. Batista habló bastante en el vestuario, pero las cosas no cambiaron demasiado en el complemento. Es cierto que La Pulga, con un buen zapatazo que hizo lucir al “1” rival, le sacó la modorra al encuentro, pero la Argentina siguió jugando a paso cansino. Con las estrellas lejos de su nivel, el que apareció otra vez, como contra Holanda y Brasil, fue la mayor apuesto del “Checho” Batista. Ángel Di María volvió a ser determinante, esta vez a los 12, cuando los nigerianos la perdieron en mitad de cancha, La Pulga se le puso en profundidad y el ex Central metió una vaselina fantástica para poner el 1-0. Entonces el seleccionado intentó hacer su juego, haciendo rotar el balón y manteniéndolo lejos de las barbas de Sergio Romero. Pero los nigerianos no se quedaron en el molde y, en diez minutos, tuvo tres claras que no alcanzó a cristalizar; la última, a los 30, fue un centro que pasó por adelante de todos y que con soplarla entrada. El “Checho” Batista pegó un par de gritos y el seleccionado se ordenó. ¿La fórmula? Dársela a Lio Messi para que invente y liquide el partido. Sobre los 32 armó una jugada bárbara que no pudo terminar el errático “Kun” Agüero, que después fue reemplazado por el “Principito” José Sosa. Nigeria continuó metiendo presión en terreno ajeno y sobre los 38 no convirtió de milagro, por intermedio de Víctor Anichebe. Así se fue apagando un duro pleito y se fue encendiendo el festejo de un seleccionado que, más allá de que no brilló en la final, fue el mejor equipo del torneo, de punta a punta. Un equipo plagado de estrellas, pero con hambre de gloria. Un equipo que tiene enormes promesas, y fantásticas realidades. Un equipo que, más allá de haber llegado como banca, jamás se le creyó y le puso el pecho a todo. Como en Atenas, la Argentina se colgó el oro olímpico. Lo hizo por talento, trabajo y convicción. Por perseverancia y esfuerzo. Entonces, da ganas de pensar en Sudáfrica 2010. Un intenso calor, poco color, menos aliento Abrazos interminables, grandes sonrisas, una rueda para saltar y cantar, así festejó la delegación argentina la obtención del oro, por segunda vez consecutiva, en los Juegos Olímpicos. Ahora el fútbol luce un doblete en las dos citas más importantes que tiene este deporte en el planeta, aunque el Mundial sigue siendo el premio máximo. No fue un triunfo brillante, el equipo no lució como sus nombres lo indicaban, pero fue el mejor de los que se presentaron en China y, en el cruce más trascendente ante Brasil, múltiple campeón pero nunca consagrado en los juegos, hizo el trabajo más pleno. La ceremonia de premiación se demoró varios minutos, porque tardaron en armar el enorme podio para que se suban los planteles y porque los jugadores pasaron por las duchas. Allí estuvo Brasil, que le ganó a Bélgica por 3-0 y logró el bronce; los nigerianos y por supuesto el plantel de Sergio Batista, con una enorme sonrisa. La final se jugó bajo un intenso calor, en realidad, un insoportable calor, por eso quizás al partido le faltó intensidad. Los protagonistas trasladaron un lento andar al verde césped. A la hora de comienzo, la temperatura en Pekín marcaba 32 grados, pero en el “Nido de Pájaros” era mucho más elevada. La mole de cemento tomó el calor, se llenó de sol y después comenzó a emanar humedad, por lo cual, todo se hizo más áspero. Por eso el árbitro paró el partido en los dos tiempos, para que los jugadores se hidrataran y se fuera a la sombra de las tribunas. A excepción del final, cuando sonó el pitazo, el público mostró muy poco entusiasmo. Incluso costó llenar el estadio -una hora antes no habías más de 10.000 personas en un escenario que tiene capacidad para 90.000-, que recién se completó al comenzar el segundo tiempo. Los que se sumaron tarde llegaron justo para ver el gol de Di María. Tribunas aplacadas, poco entusiasmo adentro y afuera de la cancha. Hasta los ruidosos hinchas argentinos, a quienes por lo gigante del estadio prácticamente no se los pudo escuchar, se mostraron aburridos y aplaudieron los tiro de esquina o los laterales a favor, a falta de otras emociones. Al final fue fiesta Argentina, porque el fútbol defendió con éxito la medalla de oro conseguida en Atenas. Si bien era lo esperable, estaba en los cálculos de la mayoría, esos pronósticos no siempre se dan. Ejemplos sobran. Llegaron suplentes, se van figuras Con tantas figuras en este firmamento albiceleste, nadie los tenía en cuenta. Pero llegaron a Pekín sin hacer ruido y se fueron como figuras. Ellos son Sergio Romero y Ángel Di María. El arquero saltó a la cancha entre los titulares ante Brasil, debido a la grave lesión de rodilla que sufrió ante Holanda Oscar Ustari. Ayer, en el mediodía chino, fue figura y no hizo más que darle la razón a Alfio Basile, que sorprendió convocándolo para los próximos partidos de Eliminatorias, ante Paraguay (sábado 6 de septiembre, en el Monumental) y Perú (el 10, de visitante). El otro que genio y figura fue Di María, que también recibió la citación del “Coco”. El ex “canaya” le dio el pase a semis al meter el gol ante Holanda, en tiempo de descuento. Fue titular ante Brasil y la rompió (con gol incluido) y ayer se convirtió en el mejor del partido. Basile también “premió” en la convocatoria a Pablo Zabaleta, Javier Mascherano, Fernando Gago, Lionel Messi y Sergio Agüero. La lista que se conoció en la tarde de ayer se completa con Abbondanzieri, JP Carrizo, Zanetti, Burdisso, Gonzalo Rodríguez, Demichelis, Coloccini, Heinze, Cambiasso, Carlitos Tevez y Lisandro López.
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