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Entrevista: NINA NI
Nina es la fotografía insinuante, en blanco y negro, de unas piernas largas y desnudas. Es también el fragmento de unas caderas. Más allá de la imagen, Nina es sobre todo texto. Narraciones intensas y descontracturadas de sus continuos encuentros sexuales con diversos personajes de un mundo real o imaginario.

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-Me gustaría saber cómo salió el tema de los textos que subes a tu blog, es decir, ¿siempre estuvieron ahí? ¿Te tomabas un té pensando "Humm, sería lindo este encuentro o aquel"?

-Creo que los textos siempre estuvieron ahí, como vos decís. En algún momento las historias se me escaparon y quedaron en forma de un blog. Era sólo cuestión de esperarlos. Lo que me pasa no es pensar "Sería lindo un encuentro con tal...", sino que una persona me dispara una historia, un fragmento de algo. Y ahí voy.

-Veo, es una opinión, que traspasas el umbral de la novela erótica, te vas al porno casi, pero no estoy seguro de que llegues ahí tampoco. ¿Hay otro umbral estético, moral, sensitivo para atravesar?

-Simplemente escribo. No estoy pensando qué umbral atravieso o en cuál me quedo. Escribo y sale. Me gusta leer textos eróticos o porno. Y, si yo no fuera la autora de mi blog, me gustaría mucho encontrar un lugar como el que escribo.

-¿Quién te lee o supones que te lee?

-No sé quién me lee. No tengo contacto con los lectores más que alguna visita a sus blogs cuando comentan con link o la respuesta a algún mail puntual. Tampoco quiero imaginarme quiénes me leen, supongo que por un resto de pudor que tengo. Sólo un par de personas sabe que escribo a Nina y me resulta extraño que me comenten que lo leen.

-¿Por qué hay, por lo general, tres protagonistas sexuales y activos en tus historias?

-La historia es entre Nina y Baby. Los ojos de ellos son los que me importan y por los que el lector ve las historias Me parecen interesantes los triángulos; es una manera de disparar un conflicto. En otros textos puede ser un conflicto amoroso o pasional, en los míos son sexuales.

-¿Qué te pasa mientras escribes estas escenas?

-Escribir para mí es casi como un latigazo. Un trance donde me siento y las cosas salen, aunque después las correcciones me lleven más tiempo, incluso, que la propia escritura. Lo que siento es vértigo y ganas de que finalmente salgan las palabras.

-Cada vez que te leo tengo esa sensación de fragilidad, como si tus textos fueran el reflejo de un sexo que con la intensidad que viene se va. ¿Crees que el mejor sexo se resuelve así o debe tener ese condimento del porno tradicional que lo hace durar una hora o más?

-Nina es un personaje muy frágil. Es una mujer que en apariencia puede ser durísima, puede bancarse y disfrutar de ver a Baby con otro tipo por el amor inmenso y generoso que tiene. Los pasajes porno son hasta anecdóticos si podés ver un poco más allá. Creo que eso es lo que hace interesantes los textos. Y aparentemente los lectores pudieron captarlo. En el sexo uno o una resuelve las cosas como puede, como le sale. Como todo en la vida. El sexo no es una excepción.

-Una vez escrito el texto, ¿sientes que te hace mejor en la cama?

-La escritura es un ejercicio para mí. Roza pero no invade mi vida privada.

-¿Qué ves de nuevo en materia de sexo entre las personas?

-No creo que haya nada nuevo en el plano sexual. Creo que ahora está más legitimado decir y realizar las fantasías que todos/as tenemos. Ahora es mucho más transgresor para una chica comerse un choripán en una primera cita que tener sexo en esa primera salida.

 

Textual

Hacía chistes. Se movía en el sillón. Preguntaba por Baby.
Baby no llegaba, ni iba a llegar.

Tomamos vino. Hablamos de ella, todo el tiempo de ella.
Se paró, fue a buscar cigarrillos a su cartera.

De pie, de espaldas. Me paré detrás y le corrí el pelo. No se movió.
Le besé el cuello. Despacio.

Respiré sobre su piel con la boca entreabierta. Un raro olor a mujer.
La agarré de la cintura, la di vuelta y la besé en la boca.
Aceptó. Y me siguió.

Pasé mi mano por su espalda y tuve miedo y tuve ganas. Joy se crispó, lo noté. Descargas de electricidad, pequeñas. Todavía no había llegado a la piel.

Subí su remera muy despacio, con cuidado.
Le miré las tetas sin tocarlas. Imaginé a Baby, sus manos.

Un pequeño gemido me trajo a su cuerpo nuevamente. Entonces incliné mi cabeza y otra vez me apoderé de ella.



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