>
Generación F

La mayoría de ellas es joven y ha comenzado su carrera literaria desde espacios tales como columnas en revistas y diarios
o los ya muy popularizados blogs. Algunas llegaron a hacer su transición hacia la industria del libro y otras viven en una especie de under virtual. En este “Cultural”, el fenómeno de esta flamante generación y entrevistas a dos de sus integrantes: Carolina Aguirre y Nina Ni.

Como toda generación, probablemente se niegue a reconocerse a sí misma en un espejo, en el reflejo de su propia literatura. Cualquiera sea el encuadre que se le confiera lo desechará de plano. Pero esta nueva generación de escritoras existe, tiene una voz y ha encontrado en los duros tiempos editoriales un lugar desde el cual decir lo suyo. 

Unas lo hacen asociadas a la herramienta del blog hasta llegar, transición y popularidad mediante, al libro papel. Otras permanecen en una especie de underground virtual, usando el teclado como espada y atravesando las fronteras de lo pornográfico. También están los casos de las que se explayan en una columna ubicada al interior de una revista. O quienes relatan sus penas, sus furias y sus pasiones a base de artículos periodísticos muy personales, llenos de energía y opinión.

Las palabras o el imaginario literario del conjunto de escritoras más recientes también se constituyen en lo geográfico, aunque se trate de un territorio de pronto descarte como el posteo o el papel de diario, que hoy es actual y mañana, historia.

Hay señales luminosas que nos permiten caracterizarlas. La osadía es una de ellas. La reflexión aguda, a veces hiriente, forma parte del juego, así como una total frescura a la hora de tratar lo que en décadas pasadas fueron verdaderos mitos sexuales o mitos de pura índole emocional.

Estas jóvenes ya han resuelto por sí mismas una buena parte de sus temores. Nos lo hacen notar. De ahí en adelante sólo queda escuchar un enorme reservorio de puntos de vista.

Algunos de los nombres que se nos vienen a la mente seguramente no completarán la extensa lista de flamantes autoras que están en pleno ejercicio de su literatura, pero no es accesorio mencionar a Carolina Aguirre, creadora de "Bestiaria", un blog de enorme popularidad y que hace unas semanas se transformó en libro; Carolina Balducci, columnista de la revista dominical del diario "Crítica" que con honestidad brutal revela los padeceres cotidianos de una mujer joven y soltera; Lorena Bassani, quien hizo de su búsqueda del amor un blog y luego, un increíble fenómeno de pasiones colectivas; Nina Ni, la creadora de un blog que fue más allá del porno y que comenzó a taladrar el cerebro de los hombres con escenas sexuales que la tienen como protagonista; Sandra Russo, excelente y valorada periodista de "Página/12" que ha indagado en el universo de lo masculino y lo femenino hasta sintetizarlo en un texto entendible y conmovedor; Marta Dillon, retratista del deseo contemporáneo, y Mariana Enríquez, otra talentosa cronista de su tiempo.

Y, si bien no es argentina, sería egoísta no recordar aquí el trabajo de la cubana Yoani Sánchez, quien en un mix de periodismo cargado de pluma literaria mostró al resto del mundo una Cuba en llamas, atravesada por el conflicto social y político. Este año, además, Sánchez obtuvo el Premio Ortega y Gasset 2008 Periodismo Digital, en reconocimiento a su trabajo en su blog Generación Y.

Esta generación no se calla nada. Increpa a los hombres con valentía e inteligencia y desnuda el juego de poderes que esconden los sexos.

Atada al chat, al blog, al Facebook, a la columna papel o al libro está transformando el modo de hacer literatura. Su visión comienza a purificar el aire.

 

Textual

Matías paró a charlar con la Gorda Suárez después de comprar cigarrillos. Le daba mucha lástima. La gente del barrio apenas la saludaba cuando la veían sentada, enorme y enferma en la puerta de la casa, sobre dos sillas, sola. No podía levantarse sin ayuda. Matías no podía evitar preguntarse, cuando le decía buenas tardes, si la señora Suárez usaba pañales o se aguantaba o si a cada rato alguno de la familia la buscaba y la llevaba al baño. Él la saludaba y le hablaba, era el único del barrio que lo hacía, desde que Cristian se había ido. La Gorda siempre le decía que él y su hermano eran los mejores chicos del barrio, que tenían un gran corazón. A Matías le daba vergüenza que dijera eso, pero le gustaba un poco.

No quedaba ninguno de los chicos Suárez. Marcelo se había casado y vivía en Temperley. Carlitos vivía solo en Constitución y había entrado en el sindicato de los gastronómicos, por suerte, así no lo podían echar del trabajo. Mario estaba preso, por robar coches y venderlos a desarmaderos. Sólo quedaban el señor Suárez, verdulero, y su hermano Ovidio que, como trabajaba de noche, la acompañaba a la tarde, los dos sentados en la puerta comiendo bizcochitos y tomando mate. Ovidio era sereno en el cementerio de Lanús.

Fragmento de la novela “Cómo desaparecer completamente” de Mariana Enríquez
(Emecé, 2004)

CLAUDIO ANDRADE

candrade@rionegro.com.ar



Use la opción de su browser para imprimir o haga clic aquí