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Pérez Celiz y su paso por el Alto Valle
El reconocido artista, que murió el sábado pasado tras una larga enfermedad en la sangre, vivió y estuvo varias veces en Roca. Aquí, un recuerdo de aquellos años.

"Soy pintor, jamás diré que soy artista"

s verdad, como solía decir él, que para conocer a Pérez Celis no hacía falta visitar museos ni galerías. Su arte estaba a la vuelta de la esquina, en la más popular de todas las canchas argentinas, "La Bombonera"; en algunas botellas de vino, en un aeropuerto. La crítica de arte lo miraba de manera esquiva. Y él le hacía frente. "Soy pintor, pero jamás diré que soy artista. Qué sé yo si lo que hago es arte. Y menos lo va a saber un crítico".

Celis Pérez, que así se llamaba antes de dar vuelta su nombre y convertirlo en marca registrada, fue pintor desde su pobre infancia en el barrio de San Telmo. Pero fue años más tarde que una profesora vio sus dibujos y les pidió a sus padres que le buscaran un profesor de pintura. Un acierto. A los 16 años hizo su primera exposición.

Y no paró. Sus trabajos -muchos de grandes dimensiones- se exhiben en galerías internacionales y museos como el de Arte Moderno de Buenos Aires o el MOMA de Nueva York.

Hay publicaciones sobre su vasta producción en varios idiomas y libros sobre su obra escritos por Gastón Diehl, Rafael Squirru, Ted Castle y Peter Frank. Ilustró inclusive una bella edición de "Leaves of grass" (hojas de hierba) de Walt Whitman, traducido por Jorge Luis Borges. Apasionado y amante del buen vivir -le gustaba la buena comida y agasajar a sus amigos invitándolos a comer-, su pintura estuvo enrolada en el lenguaje de la abstracción, con utilización de símbolos geométricos.

Pérez Celis ya le había escapado a la muerte en 1975, cuando en un accidente de tránsito perdió a su mujer y él quedó postrado durante cuatro meses. El sábado no pudo contra el cáncer de médula que lo aquejaba desde hacía años. Y se fue.



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