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“Estamos cerca de la información que nos lleve a Heim”
El principal experto mundial en criminales nazis estuvo en Bariloche siguiendo pistas que pudieran conducirlo al asesino más buscado. Afirmó que la presencia de alemanes en la zona incrementa las chances de encontrarlo.

En la novela "El lago", ambientada en Bariloche, una bióloga busca al Nahuelito pero se encuentra con "todos los monstruos todos", como le gustaba decir a su autora, Paola Kaufmann.

En esa búsqueda aparece la historia engendrada en Europa de entreguerras y se extiende hasta la historia argentina en uno de sus capítulos más siniestros, el de la última dictadura militar.

En esta novela (Premio Planeta 2005) conviven víctimas del Holocausto, inmigrantes que llegan a esta región patagónica pero que viven eternamente en dos patrias, en un tiempo extraño que superpone el pasado con lo nuevo; las víctimas de la última dictadura, los muertos y los casi muertos que sobreviven al horror, presos u ocultos. Víctimas de un pasado y de un presente tormentoso como Lanz, uno de los personajes, quien padece una extraña enfermedad que ataca su memoria rebanándola en pedazos pero que pese a ello no olvida los horrores sufridos en el Holocausto o los confunde con los que empiezan a suceder en esa Argentina.

Ana Mullin, la bióloga que busca el monstruo, lo encuentra. Y ese monstruo que vive oculto, agazapado, pero que de tanto en tanto emerge del lago, inmortal, tiene varias cabezas. Una es la del nacionalsocialismo. Otra es la dictadura militar, época en el que transcurre el libro.

En ese relato se escuchan todas las voces de este mundo tenso, que no se cansa de reproducir la intolerancia como patrón común de la humanidad. Tensiones que afloran como ese monstruo imaginario en situaciones muy específicas y en escenas de la vida cotidiana.

El Nahuelito, el plesiosaurio de los lagos cuya captura organizó Emilio Frey por pedido del director del Jardín Zoológico de Buenos Aires, Clemente Onelli -como escribió Paola-,"fue, en todo caso, distintos monstruos para cada uno de nosotros".

Recordábamos la novela por estos días, cuando el Centro Simon Wiesenthal anunció que había indicios de que Aribert Heim vivía en esta zona. La visita del mayor experto en criminales de guerra nazis, Efraim Zuroff, hizo emerger el monstruo de las aguas y las tensiones volvieron. Entre viejos pobladores, entre colectividades de diverso origen, entre ciudadanos que no quieren que se modifique la imagen idílica de Bariloche.

Tensiones entre quienes trabajan sobre la memoria y aquellos otros que la desprecian, como si el pasado fuese algo descartable, inútil.

"¿Por qué volver al pasado?", preguntan algunos. "¿Por qué no dejar en paz a estos ancianos (como Heim, Videla y tantos otros)"?, se escucha. ¿Por qué relacionar cosas tan distintas como el holocausto racial perpetrado por los nazis y el holocausto político hecho por los dictadores de aquí? ¿Por qué el Centro Simon Wiesenthal, que nació con el objetivo de buscar a los criminales de guerra nazis, eleva sus banderas hoy contra el fundamentalismo islámico?

Estos interrogantes aparecieron como consecuencia de una simple pregunta: ¿Está Heim en la Patagonia? Una simple pregunta con respuestas complejas. El asunto"Patagonia, refugio de nazis" disparó otros interrogantes que anudan el pasado y el presente.

"Debates" presenta hoy diversas miradas que generó la visita de Efraim Zuroff a la región. En primer lugar, la de él mismo, quien dio una entrevista exclusiva a este medio luego de su conferencia de prensa en Bariloche(completa en nuestra edición on-line); por otra parte, la de integrantes de las colectividades israelita y germana locales (ver págs. 4 y 5) y la opinión de historiadores y especialistas en la materia que nos ocupa.

¿Por qué volver al pasado, entonces? Porque nada debe quedar impune. Porque la historia de los genocidios, lamentablemente, no ha terminado. Porque hay heridas abiertas y la historia tiene que seguir escribiéndose.

 

Efraim Zuroff no elude preguntas, es cordial y sumamente cuidadoso con los términos que emplea. El heredero de los sueños de Simon Wiesenthal dialogó con “Debates” y se mostró confiado en recibir apoyo local en su Operación Última Oportunidad versión patagónica.

–¿Lleva una vida normal o lo acompaña a todas partes un custodio?

–Llevo una vida normal... ¡soy normal! (risas)

–¿Lo sorprendieron las agresiones que recibió en Chile?

–No, para nada, de hecho eso no fue nada considerando que en Croacia pusieron precio a mi cabeza. Las agresiones fueron aisladas y debemos destacar que hubo mucha gente que nos apoyó. En Chile nos reconocían en la calle, nos sonreían y nos deseaban suerte. Debo decir que la prensa local nos apoyó muchísimo.

–Habló de un corredor que uniría Puerto Montt con Bariloche como posible circuito que podría utilizar Heim para ocultarse. ¿Encontraron alguna relación entre este corredor y el que utilizaron miembros de Colonia Dignidad para escapar de Chile hacia Argentina?

–No hay nada específico hasta el momento. No hay datos que unan el corredor al que nos referimos con Colonia Dignidad, pero cualquier cosa es posible. No lo descartamos, pero no puedo señalar nada específico.

–Argentina y Chile obtuvieron una mala calificación en el último informe del Centro Wiesenthal en lo que se refiere a colaboración en la búsqueda de criminales nazis. ¿Esta situación cambió?

–En el último reporte estos países obtuvieron la calificación X, es decir que no respondieron a la solicitud de información, y creemos que nuestras solicitudes al respecto han sido escuchadas. Esta semana nos reuniremos con el ministro de Justicia de Argentina.

–¿Vieron a Cristina Fernández?

–No. No estaba previsto, no estaba en agenda; sólo nos encontraremos con el ministro de Justicia.

–Los países que más colaboran no son justamente aquellos que han tenido largas dictaduras como España, Argentina o Chile. ¿Relaciona la historia política de estos países con el hecho de haber sido refugio de nazis y de ser reticentes a la revisión de sus genocidios y del genocidio perpetrado por nazis?

–Las cosas cambiaron. Si fueran dictaduras no habrían colaborado nunca, pero en democracia las cosas cambiaron con respecto a la revisión de su propia historia y del genocidio nazi, obviamente.

–¿Relacionó en sus largas investigaciones el hecho de la complicidad que existió en este país en lo que se refiere a dar refugio a los nazis y el hecho de que aquí, años después, hubiese dos atentados antisemitas?

–No. No creo que haya una conexión, para ser totalmente honesto. La verdad es que para nosotros no hay ninguna conexión directa. No hago ningún tipo de nexo entre las dos cosas. No hay relación directa ni indirecta.

–¿Considera que la campaña Última Oportunidad ha sido exitosa ?

–Las cifras hablan por sí mismas. En los últimos años hemos logrado localizar y llevar a la Justicia a más de un centenar de criminales. Desde enero del 2001 se han dictado 76 condenas contra criminales de guerra nazis, se han presentado unas 48 acusaciones y se han iniciado cientos de investigaciones.

–¿Considera que el silencio que mantuvo, en general, la comunidad alemana local sobre lo ocurrido en la Alemania de la Segunda Guerra y el hecho de que Argentina y –específicamente– esta región fuesen refugio puede quebrarse en esta nueva generación, en los inmigrantes que aún viven o en sus descendientes?

–Sé que hay una colectividad alemana muy importante en esta región y eso incrementa las posibilidades de que recibamos ayuda en esta zona, no porque toda la comunidad alemana sepa algo, sino porque es más probable que haya alguna persona de la comunidad alemana que tenga algo para contar. Todos saben que hubo personas de origen alemán con algún tipo de vínculo con una ideología racista, visible en este núcleo más que en gente de la Argentina, pero no estoy con esto implicando a la comunidad alemana ni a la mayoría de ella sino sólo a algún grupo de la misma. Nosotros sólo necesitamos unas pocas personas que nos ayuden, y pueden estar allí. Alemania ha hecho un gran esfuerzo para trabajar sobre su pasado y espero que la comunidad de habla alemana de Bariloche también lo haga.

–¿Cree que en este caso (Heim) el paso del tiempo puede ayudar, que sea otra generación –lejana al escenario bélico y posbélico– la que colabore?

–Sí, ahora hay mucho más conocimiento y sensibilidad sobre el Holocausto que el que había hace 30 años.

–Esto también ocurrió con hechos recientes de la historia argentina, con la revisión de su pasado …

–Sin dudas. Eso nos da cierta esperanza.

Anexos

La Comisión para Esclarecimiento de actividades nazis en Argentina (Ceana) contabilizó cerca de 300 nazis que se refugiaron en este país.

Algunos nazis pasaron, y otros vivieron o viven. Los documentos se abriron en 1992, cuando Carlos Menem resolvió permitir la apertura de toda la documentación  vinculada a archivos públicos. Hasta ese momento se sospechaba que Menguele había estado en Argentina, y luego del trabajo de la comisión se supo que vivió aquí, que tuvo documentos argentinos con el nombre y  se le tomaron las huellas digitales. En la Comisión no aparcieron datos sobre  Heim.

Simón Wiesenthal murió en 2005  los 96 años. Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, en 1945, logró someter a juicio a más de 1100 criminales nazis refugiados en todo el mundo; y lo hizo siempre bajo el lema: "Justicia, no venganza.

Por ser judío, Simón Wiesenthal no pudo ingresar en el Politéctino de su pueblo natal, Lemberg y debió trasladarse a Praga (Checoslovaquia), en cuyo Instituto Técnico se recibió de Ingeniero en Arquitectura. En la Segunda Guerra Mundial, su ciudad sufrió la ocupación soviética, para luego pasar a poder de los alemanes. Wiesenthal perdió a gran parte de su familia. Entre
1941 y 1945 estuvo prisionero en varios campos de concentración, entre ellos Buchenwald y Mauthausen.

Salvó su vida trabajando como mecánico en una fábrica y como Ingeniero en la planificación de ferrocarriles. Logró hacer llegar los proyectos que manejaba al Movimiento de la Resistencia Polaca, del que obtuvo en cambio un falso pasaporte con el cual su esposa, de marcados rasgos "arios", salió del infierno sin problemas.En 1944, al aproximarse las fuerzas soviéticas de liberación, los alemanes eliminaron a miles de prisioneros. Wiesenthal se contó entre los pocos sobrevivientes. En mayo de 1945 fue liberado del campo de Mauthausen por las fuerzas estadounidenses.

Una vez en libertad, decidió que nunca más volvería a Polonia. Concluidas las hostilidades, comenzó en distintos países su búsqueda de los criminales de guerra nazis, responsables del asesinato de millones de judíos, a fin de someterlos a proceso. Nunca imaginó que sería una  tyarea que le llevaría toda su vida.

Uno de las capturas más importantes que impulsó fue la de Adolf Eichmann, en Buenos Aires. Wiesenthal había sido informado en 1953 de que  Eichmann se encontraba en la Argentina bajo una falsa identidad. Pero en ese momento no
contaba con lo medios suficientes para constatar la información. Cuando el padre de Eichmann murió, logró Wiesenthal fotografiar a toda la familia. El grupo de israelíes que viajó a la Argentina para capturar al criminal, obtuvo de Wiesenthal esa fotografía; y les fue muy útil, ya que Eichmann tenía un gran parecido con sus familiares.

El Estado de Israel supo valorar la ayuda de Wiesenthal en la preparación del proceso que siguió a la captura. El acta de acusación se basó, en buena medida, en las hojas del legajo que él había reunido. Otros casos de gran resonancia fueron: el de Karl Silberbauer, que llevó a un campo de concentración a Ana Frank, y descubierto en 1963 cuando trabajaba como
inspector de policía en Viena; el austríaco Franz Stangl, comandante del campo de Treblinka capturado en 1967 en Brasil; y el alemán Josef Schwamberger, comandante del gueto de Przemysl, apresado en 1987, también en la Argentina. Murió buscando a Aribert Heim, una de sus obsesiones.


SUSANA YAPPERT

sy@fruticulturasur.com

HANS SCHULTZ

juanschultz@yahoo.com



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