Da pena entrar a la web de Lifune y ver que sólo tres de los ocho partidos cumplen con el mínimo indispensable de una actividad "FEDERADA". Creer o reventar, tres equipos regalaron la localía, otro cambió de cancha y ya no sabe dónde jugar, y hay un quinto que zafa del incendio porque hace poco cerró un acuerdo por un reducto aceptable.

Si el programa de la fecha muestra que Unión Vecinal-Los Canales se juega en Los Canales, que Independiente-Sapere va en Sapere y que Petrolero-Pacífico se trasladó a Pacífico, nos tapó el agua y llegó a niveles insospechados.

En los dos primeros casos sus dirigentes se escudan en un arreglo de alquiler previo, pero si en el medio está la disputa por un título y su consecuente clasificación a un torneo federal, hay que cambiar. Podrán poner mil excusas, pero hay que cambiar de cancha. "No hay", responden, casi con desesperación, pero hacen muy poco para salir a buscar una solución.

Peor aún es el caso de Petrolero, que regala su condición de local y se "mueve" más de 100 kilómetros. El hincha, bien gracias. Y la cuestión deportiva, bien gracias. Todos, absolutamente todos, se olvidaron de que el "Decano" tenía una mínima chance de dar la vuelta.

En los otros casos, a Villa Iris y Patagonia no les queda otra que salir a alquilar cancha, pero aportan en esa placa lamentable del programa lifunero. Aquí entra en escena la histórica discusión sobre las bases de un proyecto: armar un club a partir de la infraestructura o empezar con un grupo de voluntades que presionan con la famosa frase "no me vas a dejar a los chicos sin jugar".

Los dos optaron por la segunda y el tiempo dirá si hicieron lo correcto, pero mientras tanto aportan desorden en una liga que en los últimos años corrigió varios puntos, pero dejó otros a la deriva.

La cabeza dirigencial es responsable, pero más aún son los directivos de los clubes, incapaces de tomar fuertes decisiones. No juntan socios, no consiguen recursos y sólo buscan la manera de llegar lo más rápido a un aporte estatal, entra poco y lo gastan mal. Y lo peor, cuando ven que la situación no da para más, no aceptan consejos y tampoco se animan a dar un paso al costado.

CRISTIAN HELOU

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