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Cultivos y milicias, gran negocio

En su último informe sobre la producción mundial de drogas, la ONU hace hincapié en la protección que han encontrado los productores de coca y opio en grupos armados irregulares, especialmente en Colombia y Afganistán, que así se financian.

Voy más que nunca las autoridades que libran la guerra global contra las drogas se enfrentan a verdaderos insurgentes.

En todo el mundo, el cultivo ilícito del opio y la coca -las materias primas para la producción de heroína y cocaína- aumenta a medida que los milicianos en Colombia, Afganistán y Myanmar consolidan su control de zonas clave de cultivo, advierte en un nuevo informe la Oficina de las Naciones Unidas sobre Drogas y Delitos.

"La explosión de los narcóticos en estas áreas se explica por su presencia y por la protección que ofrecen -explicó el jefe de la agencia Antonio María Costa a la Associated Press en una entrevista-. Creo que poco a poco esta gente, aun políticamente motivada al principio, se convierte en una especie de organización delictiva", agregó. "El dinero tiende a aferrarse a los bolsillos y, cuando hay mucho dinero en juego, se torna muy problemático".

En su Informe Mundial sobre las Drogas del 2008 difundido el jueves, la oficina de Costa vincula directamente el opio y la coca con milicianos en Afganistán, revolucionarios armados en Colombia y grupos étnicos insurgentes en Myanmar.

En Sudamérica, donde las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia -FARC- libran una lucha insurgente desde hace décadas, la producción de coca aumentó el 27% el año pasado, dijo el informe. La mayor parte de la droga provino de regiones controladas por los insurgentes, "al igual que en Afganistán", precisó Costa.

"Los recientes grandes aumentos en el suministro de drogas de Afganistán y Colombia podrían incrementar las tasas de adicción debido a sus menores precios y a la mayor pureza de las dosis", advirtió.

El gobierno de Colombia ha puesto a las FARC a la defensiva al obligar a los rebeldes a internarse en la selva y matar o capturar a varios de sus jefes. Los indicios de que reina la confusión en el grupo han avivado las esperanzas de que las autoridades tengan más recursos para controlar los cultivos, agregó Costa.

Afganistán tuvo una cosecha record de amapolas de opio en el 2007 y casi duplicó la producción mundial ilegal. Los expertos de la ONU dicen que el 80% de las amapolas se cultivó en cinco provincias del sur donde los combatientes del Talibán lucran con las drogas.

"En las zonas del sur controladas por el Talibán, la lucha antinarcóticos y la antisubversiva deben librarse simultáneamente", aseguró el experto.

Las autoridades dicen que el papel creciente de los insurgentes en el narcotráfico mundial preocupa particularmente porque sus ganancias mal habidas se usan para sobornar a la policía y funcionarios del gobierno y para financiar actividades terroristas. Y la actividad insurgente dificulta cada vez más a Estados Unidos, Gran Bretaña y otros abonar incentivos a los agricultores para que abandonen los cultivos rentables de opio o coca, dijo Costa a la AP.

Cuando la situación de seguridad afloja o perjudica los esfuerzos para distribuir incentivos "el cultivo se descontrola'', afirmó. Pero el sudeste del Asia impone un nuevo desafío: el cultivo de opio aumentó en el 2007, revirtiendo seis años de declinaciones consecutivas. En Myanmar (Birmania) aumentó el 29%.

Las Naciones Unidas dijeron que la mayoría de las ganancias se registraron en el estado sureño de Sha, donde los rebeldes que luchan por la autonomía han chocado con los militares. "Algunas de las mayores regiones productoras de drogas están fuera del control del gobierno central'', dijo Costa. Afganistán sigue siendo el principal problema debido a que ahora produce más del 90% del opio en el mundo, según el informe. Afganistán también causa preocupación por otro motivo: se ha convertido en un importante productor de aceite de hachís (resina cannabis) y ahora sólo rivaliza con Marruecos.

 

WILLIAM J. KOLE

AP



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