>
EL AGUA MANDA
Se la ve, toca y discute: esta es la consigna de la Expo de Zaragoza, dedicada a buscar una nueva cultura del agua. esta semana el evento abrió sus puertas al mundo.
No del todo a salvo de las lluvias y en medio de una huelga de transporte en España, la Exposición Internacional 2008 se inauguró esta semana en Zaragoza (norte del país) adoptando por primera vez el tema del agua, con el objeto de concienciar sobre su escasez y la necesidad de una gestión sostenible.
Abrió sus puertas después de tres años y medio de preparación para la que se han invertido 900 millones de euros, a los que se añaden 1.550 millones de euros en infraestructuras en una ciudad que busca impulsar la economía local al estilo del museo Guggenheim de Bilbao (norte).
El reto de la Expo de Zaragoza es que por primera vez un evento de este tipo adopta un tema, en este caso el "agua y desarrollo sostenible".
El diseño de las instalaciones se ha adaptado a él: además de construirse junto al río se han levantado dos puentes, el Pabellón Puente y el Puente del Tercer Milenio, y uno de los mayores acuarios de Europa, y sus edificios tienen nombres acuáticos o forma de gota.
En una zona donde no son raras las crecidas, "se ha optado por una fórmula de convivir con el río en lugar de parapetarse de él", explicó recientemente Fernández-Castaño.
El Pabellón Puente, una pasarela sobre el río que también es una galería cubierta, obra de la afamada arquitecta iraquí y premio Pritzker Zaha Hadid, es el más emblemático -y uno de los que más problemas dio a los organizadores- junto con la Torre del Agua, con sus 76 metros de altura (quizás el más vistoso).
La toma de conciencia sobre el tema del agua se articulará en el foro llamado Tribuna del Agua, dirigido por el ingeniero mexicano Eduardo Mestre. Las propuestas de más de 300 expertos, charlas entre personalidades mundiales y los visitantes, la publicación de libros de divulgación y varias reuniones de instituciones locales, nacionales e internacionales integrarán las actividades de la Tribuna, que pretende aprobar una Carta de Zaragoza con compromisos que se adopten internacionalmente.
"El proyecto urbanístico se enfocó desde su inicio hacia la reutilización de la mayor parte de los edificios. La recuperación de la orilla izquierda del Ebro sobre Zaragoza es la gran sorpresa, más allá de los fuegos de artificio.
Para explicar la Expo de Zaragoza 2008 desde el punto de vista arquitectónico o urbanístico hace falta poner la vista tanto en el presente como en el futuro. Las lecciones de otras ferias internacionales, como la de Sevilla en 1992 -que quedó como una isla, con edificios muy separados unos de otros que poco han favorecido su reconversión- o incluso proyectos como el Forum de Barcelona -plazas secas y extensas donde no había donde resguardarse del sol-, así como las realizadas en otros países, con sus errores y aciertos, sirvieron de punto inicial para la reflexión sobre el sentido de la construcción de edificios singulares en un recinto y la relación o utilización posterior que puedan tener éstos con el desarrollo de la ciudad. Por eso, quizá, más importante que la Expo, será la pos Expo, que ha sido cuidadosamente planificada", comentó William J.R. Curtis, uno de los críticos de arquitectura más prestigiosos de Europa al diario El País, de Madrid.
La Expo de Zaragoza, que se inaugura el próximo sábado, ofrecerá a los visitantes un recinto ferial bastante abarcable a pie, con accesos casi directos con la nueva estación del “Ave” a través del Puente del Tercer Milenio, de Juan José Arenas, para tránsito rodado, y el Pabellón Puente, peatonal, de Zaha Hadid, además de un servicio continuo de telecabina. Situada en "el meandro de Ranillas" y rodeado por el cauce del Ebro, el recinto de la Expo tiene 25 hectáreas de superficie, además de las 120 del Parque Metropolitano del Agua situado a continuación, al norte de la Ronda del Rabal.
En Zaragoza -como el agua es la gran protagonista- ella aquí se ve, se toca y se discute. Está integrada además en las estructuras y las exposiciones de varios de los edificios y en las zonas de paso entre los pabellones. Distintos toldos y cubiertas darán sombra al paseo ribereño (Batlle i Roig han diseñado un umbrario de alegres círculos de colores para las plazas temáticas), mientras láminas de agua a lo largo del recorrido generarán un microclima para paliar el calor del verano.
El Pabellón de España, quizá el más complejo y logrado de todo el recinto, realizado por el arquitecto Patxi Mangado en colaboración con el Centro Nacional de Energías Renovables (Cener), ha sido construido con materiales respetuosos con el medio ambiente. En el exterior han creado un bosque de altos pilares formado por columnas recubiertas de barro cocido que absorben agua a través de la base y crearán un microclima para resguardarse del calor. La exposición al interior de los volúmenes de vidrio desarrolla ideas en torno a Ciencia y creatividad, y en la planta superior estará uno de los dos restaurantes de alta gama del recinto. El otro está en la magnífica terraza del Acuario Fluvial, con una cascada que cae desde lo alto, y que recicla el agua sobrante de los acuarios que alberga el edificio. En los laterales, otras cortinas de agua contribuyen a climatizar el interior. El acuario, el más grande de agua dulce de Europa, propone un recorrido de unos 8.000 metros por cinco de los grandes ríos del mundo. El edificio evoca en su exterior los perfiles de un glaciar y los colores o texturas de la tierra y la piedra. "El lenguaje general del edificio es el que integra arquitectura y naturaleza", explica Panchuelo, que ha trabajado con la firma especializada Coutant Aquariums.
La Torre del Agua tiene 76 metros de altura y es como el faro de la Expo, y no sólo porque de noche tendrá un sistema de iluminación que cambiará de color con las horas. Sobre una planta zócalo, de unos 13 metros de alto, se desarrolla una estructura vacía con recorrido a través de dos pasarelas en espiral que permiten observar hacia abajo -una vista no apta para los que sufren de vértigo- la escultura Splash (de Pere Gifré), que simula una gran gota de agua que salpica al caer.
"Este pabellón ha sido concebido como un espacio expositivo en altura", dice su arquitecto, Enrique de Teresa. "Se trata de sacarle partido a esa dimensión y potenciar el recorrido de doble rampa, que no sólo te lleva a percibir el espacio interior sino que es a la vez un mirador espléndido sobre la ciudad". La idea es que en la etapa pos Expo pase a ser un centro de cultura y arte contemporáneo, pese a la dificultad de exponer en un espacio tan imponente. (AP, AFP y El País)

Use la opción de su browser para imprimir o haga clic aquí