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TENDENCIA DÓLAR: DUDAS FRENTE A LA NUEVA | ||
EL GOBIERNO SUMÓ PRESIÓN SOBRE LA MONEDA NORTEAMERICANA, LLEVÁNDOLA A SU MÍNIMO DE LOS ÚLTIMOS DOCE MESES. ¿CONTINUARÁ LA BAJA O ÉSTE ES EL NUEVO PISO? | ||
Los márgenes de acción del gobierno para corregir los desvíos que presenta el plan económico son cada vez menores. Hasta ahora lo que se hizo fue sólo cosechar los beneficios económicos generados por el extraordinario contexto internacional, sin aplicar los ajustes necesarios para sostener un crecimiento sustentable del país. El dólar, la moneda de referencia de los argentinos -no así ya del mundo-, comienza a sentir los primeros cimbronazos derivados de los desaciertos del gobierno. En los últimos 20 días perdió algo más de 10 centavos. Si se mira la posición relativa de la paridad cambiaria, no es mucho lo que cedió; sin embargo, las variaciones que muestra la moneda norteamericana en el mercado se trasladan en forma lineal al ánimo de los argentinos. Ante cualquier señal de inestabilidad, el pequeño y el mediano ahorrista corren a comprar dólares, no importa a cuánto; el objetivo es tener el billete verde y, si es debajo del colchón, mejor aún. Mantener el dólar alto fue uno de los pilares que sustentaron el plan económico K. Una paridad competitiva permitió aumentar los niveles de exportación. Esto generó un importante ingreso de divisas, gran parte de las cuales fue a engrosar las reservas del Banco Central. Con esta fluidez de dólares en el mercado, el gobierno se sentía con fuerza para sostener el programa y hasta intentó -sin resultado alguno- intervenir los precios internos con un perverso sistema de subsidios cruzados. Desde el 2003 a la fecha el superávit comercial totalizó cerca de 75.000 millones de dólares. Pero la inflación, como una pesadilla que nunca se termina de ir, volvió para complicar todo. Y el conflicto del campo acorraló aún más al gobierno, poniendo en jaque el modelo. Las posibilidades de sostener un dólar competitivo para las exportaciones son ahora limitadas. La fiesta de la liquidez está comprometida. Los precios internos se "comieron" literalmente los beneficios de la devaluación puesta en marcha en el 2002 y hoy, con una inflación real en torno del 25% anual, una paridad por encima de los 3,20 pesos complicaría aún más el programa, ya que este incremento se trasladaría en forma casi lineal al IPC. Es decir, más presión sobre la inflación. Desde la otra vereda, los industriales ponen el grito en el cielo al escuchar esta teoría. “Hoy, para ser competitivos necesitamos un dólar a 3,60. Sostenerlo en los niveles actuales es un certificado de defunción para muchas de las empresas que, con mucho esfuerzo, están exportando”, deslizó una alta fuente de la Unión Industrial Argentina (UIA) al ser consultada por el tema. Pero el gobierno no está dispuesto a ceder en este punto, aunque deba asumir el costo de tener una tasa de interés por las nubes como ocurre hoy en el mercado. “La inflación puede tirar todo por la borda”. Esto es lo que aseveran desde Economía, amenazando con que la paridad cambiaria se mantendrá, para lo que resta del año, en torno de los 3,15/3,20 pesos. Eso sí, si el mercado lo permite. EL CAMPO Y EL MUNDO El recrudecimiento del conflicto con el campo llevó inestabilidad a los mercados. La sociedad está muy sensible y es por ello que salió a buscar dólares. La reacción del gobierno fue tajante: intervino el sistema y llevó la moneda norteamericana a los mínimos niveles de los últimos doce meses. Todo un escarmiento para quienes especularon con la compra y venta del billete verde. Pero hay otra realidad: el campo es el que hoy aporta al modelo las divisas que éste necesita. Fue el que le permitió generar liquidez a un modelo económico basado en el consumo y el subsidio a la industria. Sin los dólares del campo, el modelo corre riesgos. Con este escenario la desaceleración de la economía, algo que el matrimonio K rechaza a los cuatro vientos, estaría a la vuelta de la esquina. Es más: para muchos, ya hay indicios de que la economía comenzó a amesetarse. Independientemente del optimismo que todos los meses aporta el INDEC con sus estadísticas, existen síntomas en ciertos sectores de la producción en los que el crédito está totalmente cortado, así como también la cadena de pagos. Y el campo es uno de ellos. Ahora bien, con menos dólares por exportaciones, el Central pierde la capacidad de captar reservas pero también deja de emitir, ya que no hay dólares en la plaza que presionen la paridad a la baja. Desde los pasillos de Economía aseguran que en un momento en que la inflación golpea el modelo, enfriar la economía con menos dólares en el sistema no deja de ser una buena receta, por lo menos para pasar las tormentas del corto plazo. Por otro lado, si se analiza la evolución que ha tenido el dólar respecto de otras monedas (ver infografía) claramente se observa que el peso argentino fue a contramano del mundo. Es decir que hoy, sin la intervención artificial del Central, el dólar debería situarse por debajo de los 2,30 pesos por unidad. Si bien son pocos los analistas que auguran un cambio sobre el futuro de la política cambiaria argentina, como lo eran también en diciembre del 2001 quienes apostaban a que se venía una devaluación, puede ser que el gobierno tome este nuevo rumbo respecto de este tema a partir del segundo semestre del 2008; es decir: corrija el peso con minirrevaluaciones para volverlo lentamente una moneda fuerte como lo son hoy el real y el peso chileno. Es lo que viene exigiendo el sistema financiero y de servicios en forma continua desde el 2005. De ser así, el piso del dólar para fin de año estaría por debajo de los niveles actuales. Y los cambios en el modelo económico serían inminentes. JAVIER LOJO jlojo@rionegro.com.ar |
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