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¿ Santuario o recurso?

Brasil quiere involucrar a la comunidad internacional en la protección de la Amazonia, pero condiciona su participación a un reconocimiento explícito de su soberanía sobre el territorio boscoso.

"Es Brasil el que cuida de la Amazonia y no aceptaremos ninguna discusión que deje de reconocer y respetar nuestra afirmación inequívoca e incondicional de nuestra soberanía nacional sobre la Amazonia'', declaró el ministro de Asuntos Estratégicos, Roberto Mangabeira Unger.

El ministro fue designado por el presidente Luiz Inácio Lula da Silva como coordinador del Plan Amazonia Sustentable (PAS), una iniciativa dirigida a proteger el bosque lluvioso y generar riqueza para sus 25 millones de habitantes.

La cuenca amazónica ocupa un área de 6,1 millones de kilómetros cuadrados, de los cuales el 63% está en territorio brasileño. Datos oficiales indican que el bosque alberga un tercio de las reservas genéticas del planeta, con una riqueza natural considerada vital para mitigar los efectos de las emisiones de gases causantes del calentamiento global. Esta preocupación ha llevado a ambientalistas y líderes mundiales a afirmar que la Amazonia es patrimonio de la humanidad.

Brasil ha aceptado esa premisa, pero defiende su derecho de decidir cómo resguardarla de la creciente tala ilegal y destrucción para la extracción de madera y expansión de áreas agrícolas y ganaderas.

Lula afirmó que "la Amazonia brasileña tiene dueño, y el dueño es el pueblo brasileño. Son los pescadores, los extractores de caucho y los que somos brasileños", dijo el presidente . "Tenemos conciencia de que es preciso reducir la deforestación de la Amazonia. Pero también es preciso desarrollar la Amazonia. (...) Al final de cuentas allí viven 25 millones de personas que quieren acceder a los bienes que tenemos en Río de Janeiro o São Paulo ", añadió. Brasil abrió una investigación en torno del empresario sueco Johan Eliasch, quien habría gestionado un fondo de 50.000 millones de dólares para comprar tierras en la selva amazónica en Brasil y en Ecuador, para "evitar la destrucción" de los bosques tropicales.



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