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Entre la barricada y el pop

Junto al francés, en el resto de Europa y EE.UU. se produjeron movimientos estudiantiles similares. Aunque adoptaron formas propias, el arte fue uno de los grandes vasos comunicantes.

Reino Unido no tuvo a un Rudi Dutschke ni a un Daniel Cohn-Bendit, pero las protestas estudiantiles de 1968 dejaron una marca indeleble en la transición del país de la austeridad de la posguerra a la liberación de los "swinging sixties", aquellos rítmicos años '60.

Los británicos lideraron la revolución cultural con The Beatles, The Rolling Stones, la diseñadora de la minifalda Mary Quant, la modelo Twiggy, el escritor y cineasta Tariq Ali y la actriz Vanessa Redgrave, entre muchos otros, pero a escala global su capital, Londres, siguió siendo la "sleepy London town" (una Londres soñolienta), como la llama Mick Jagger en su canción "Street Fighting Man". Incluso la "batalla de Grosvenor Square", la manifestación contra la guerra de Vietnam ante la Embajada estadounidense el 17 de marzo de 1968, fue pequeña en comparación con las protestas masivas en París o Chicago. Pero pese a ello, para quienes estuvieron allí fue un punto de inflexión. "Fue la primera vez que alguien de nosotros había visto algo así (...), la primera vez que la no violencia se fue de las manos", afirma Russell Hunter, un baterista que tocaba en aquel momento con un grupo de rock de Londres. "1968 marcó el final de la era del respeto en Gran Bretaña", asegura Jack Straw, el veterano político laborista y actual secretario de Justicia que en aquellos años era un feroz líder estudiantil en la Universidad de Leeds.

Los eventos de 1968, vividos por muchos como una forma de "protesta romántica", se volvieron retrospectivamente un catalizador de los movimientos socio-políticos como el feminismo y el ecologismo. "No hubo un solo '68, como afirma el mito popular", asegura el historiador británico Dominic Sandbrook.

En cada caso, las causas y formas de la protesta fueron diferentes y a la vez los participantes tenían mucho en común, señala Sandbrook. Sobre todo, afirma el autor, compartían "un espíritu común de rebelión juvenil".

"La juventud fue algo nuevo en los cincuenta, y en los sesenta había gente joven que por primera vez era consciente de su generación", explica. "En Estados Unidos, Reino Unido y Europa el aumento del nivel educativo y de la opulencia significó que los jóvenes se definían de pronto a sí mismos de forma separada y, de hecho, en contra de las creencias y valores de sus padres", opina. También fueron la primera generación televisiva, con estudiantes en Berkeley y Columbia que podían seguir las imágenes de lo que pasaba en las barricadas de París. "Nos encontrábamos a través de la televisión", aseguró el líder francés Cohn-Bendit acerca de sus relaciones con estudiantes de otras naciones.

Jon Savage, historiador de la cultura pop británica, cree que la música transmitió a los jóvenes una sensación de posibilidad ilimitada, pero también de frustración e irritabilidad. "Y entonces, en 1968, todo eso explotó en algo que no se había visto nunca", señala. "En los 5 años desde la emergencia de los Beatles en 1963 hasta la revuelta de 1968, la emancipación económica de una generación se convirtió en acción política masiva, si no en fantasía".

 

ANNA TOMFORDE

DPA



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