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NOVEDADES LITERARIAS

Un retrato de Hudson

En “Vida y obra de W. H. Hudson” Alicia Jurado presenta una imagen del escritor y naturalista poco habitual entre los argentinos, quienes suelen describirlo como un gaucho nostálgico. “La única patria verdadera del naturalista, el lugar donde se siente adaptado y feliz, es la naturaleza misma, y el único destierro es la ciudad”, dice. Admirado por Borges, Virginia Woolf y Miguel de Unamuno, Hudson es el gran escritor de la naturaleza.

Giena

El escritor colombiano residente en Cipolletti Joaquín Bernart presentó dos obras en la última Feria del Libro.
“Giena”, la primera, es una novela de ficción con mensaje ecológico. Algo apocalíptico y turbador, verdaderamente salvaje. Pincelado de antiguas leyendas míticas, pero basada en lugares reales, aunque con personajes inexistentes, Genia transcurre en la isla Berosa y propone un ávido amor por la naturaleza. Bernart describe este libro como “un ensayo novelado por su palpitante actualidad ecológica; es algo que puede ocurrir en el mundo si no escarmentamos en el hecho de cuidar el planeta prestándole más atención”.
El otro libro que escribió Bernart es “La diabetes y yo”, un texto de ayuda para los que padecen esta enfermedad que afecta a más de 430 millones de personas en el mundo –declarados, porque según la Organización Mundial de la Salud (OMS) son casi otros tantos los que la padecen sin saberlo–. Bernart, diabético él a su vez, sostiene que este texto “presenta un servicio colectivo”.

Duelo de espadas

El escritor argentino Santiago Stura publicó “El florete” (Beatriz Viterbo editora), una historia de caballeros que se baten a duelo por una mujer en el salón del último piso de un exclusivo club de barrio de Monserrat, en medio de una de las tormentas más magníficas que hayan azotado alguna vez Buenos Aires, una de esas tormentas que desencadenan, con la naturaleza, uno de los cuadros del libro: las luces se apagan y vuelven a prenderse y cuando eso ocurre uno de los contrincantes ya ha caído. Detrás de la máscara reglamentaria, sus ojos se abren y se cierran ya muy lentamente. Suspira, se entrega. Apenas sonríe. El último pensamiento que llega a su mente es, por rara coincidencia, el mismo que había estado en los labios del abuelo de su matador. Por años, el destino tramó un intrincado mecanismo para tenerlos allí aquella noche y regocijarse con ese combate fenomenal, que estará en los labios de Eliseo Niclaus por siempre, al querer infundir en sus discípulos la mística de la espada. Para lograrlo se conjuran todos los artificios: desde la célula anarquista Tomaso Cansini a la casa Windsor, de los duelos en el palacio de Versailles a las sangrías del Sportivo Caballito. Desde la Difunta Correa, espía criolla en el lujoso Hotel de Crillon, a Leónidas Chazarreta, quizá el más emblemático de los terratenientes argentinos, su esposa advenediza y su risa lenta y sibilante, para muchos enferma.

Poemas nativos

“Suma patagónica. Poemas del solar nativo” (Cen ediciones), de Jorge Castañeda, reúne poemas de temática patagónica. Muchos de ellos –aclara el autor– fueron ya incluidos en sus poemarios anteriores “Sentir patagónico” y “Poemas sureños”, en antologías y en publicaciones periódicas. Otros son inéditos.
“¿Podemos hablar de poesía patagónica? Tal vez, aunque soy reacio a imponer nombres a los movimientos literarios y por otra parte todos los grandes escritores, yo no lo soy, han sido primero regionales porque es muy difícil sustraerse al entorno que nos rodea, y cualquiera sea el paisaje que nos diferencie los sentimientos de los hombres son universales”, dice este escritor –que nació en Bahía Blanca pero se radicó definitivamente en Valcheta– a modo de introducción.



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