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La mirada de los especialistas

En el marco de la 34ª Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, los escritores Omar Ramos y Pablo de Santis participaron del panel "¿Hay literatura argentina después de Borges?", presentado por María Esther Vázquez y coordinado por Marcelo Gioffré, miembros de la Fundación Victoria Ocampo, organizadora de evento.

Omar Ramos nació en 1952 y publicó "Migración del sueño" en 1988. "Decir que no hay literatura después de Borges... podría uno decir ¿no hay después de Cervantes en España? ¿No hay en Inglaterra después de Shakespeare? En otras disciplinas, ¿hay música después de Mozart? ¿Hay pintura después de Velázquez? ¿Hay un antes y un después a partir de Borges? Sí, porque indudablemente Borges modificó el lenguaje. Logró imprimirle una armonía y una exactitud casi matemática. Un acento, un braceo y una sintaxis que rompe con el español de España. Lo confiesen o no los escritores -me incluyo-, para hacer buena literatura tratamos de escribir en ese nuevo lenguaje. Todo lo que venga después corre el riesgo de eclipsarse ante la genialidad literaria de Borges. A los siete años Borges escribió en inglés un resumen de la mitología griega. A los ocho, un relato inspirado en el Quijote. A los nueve tradujo del inglés 'El príncipe feliz', de Oscar Wilde. En ese momento era muy difícil prever que Borges estaba inventando un nuevo género literario: el cuento ensayo.

"Evidentemente hubo un quiebre con Borges y los escritores actuales que, por más importantes que sean, no tienen la trascendencia y la influencia que tuvo Borges (...). La influencia borgeana en los escritores argentinos es mucha. Muchos escriben tratando de no parecerse a él. De alguna manera, se da una paradoja. Por omisión se pueden parecer a Borges en el sentido de que lo niegan totalmente. Algunos hasta hicieron un catálogo de las palabras y los temas que usaba Borges para no caer allí. El parricidio es también una manera de adhesión. Todos tenemos derecho a soñar y unos pocos, a concretar los sueños. Tal vez uno, para hacer un juego borgeano".

Pablo de Santis nació en 1963 y publicó su primera novela, "El palacio de la noche", en 1987. En el 2007 recibió el Premio Planeta-Casa de América de Narrativa Iberoamericana por la obra "El enigma de París". "Nabokov decía que la musa de los escritores es la tradición. Creo que ésa es la verdadera inspiración. Uno escribe porque leyó lo que otros escribieron. Cada escritor es, de alguna manera, continuador de alguna línea elegida por uno mismo. Las grandes figuras literarias son figuras absolutamente inspiradoras y abren un camino, por eso es más posible que haya más escritores de talento en países donde ya surgieron otros escritores que el que aparezcan de la nada. Nos beneficia a los escritores que hemos venido después de Borges porque impulsa la imaginación. Borges ubicó los géneros literarios en un primer plano, lo cual es muy enriquecedor.

"Devolvió al relato fantástico el objeto mágico, que es lo más genuino y lo que lo une al cuento maravilloso. Cuando yo empezaba a escribir, con 20 años -a principios de los '80-, me acuerdo de que me interesaban mucho los escritores que estaban escribiendo en ese momento lo central de su obra.

"Tres me gustaron especialmente: Andrés Rivera, Juan José Saer y Ricardo Piglia. Me interesaba mucho cómo, de alguna manera, modificaban la tradición borgeana, cómo la adaptaban a otro tipo de vida, a otros intereses, a la relación estrecha que tenían con la política del momento.

"(...) Hoy hay escritores muy comerciales que publican dos novelas al año, cosa para analizar. ¿Se pueden escribir dos novelas al año? Creo que hay una menor exigencia en el lenguaje. Hay también lectores acostumbrados a la imagen, a la televisión, a argumentos más simplistas. Entonces, lamentablemente, el mercado en el arte ha influido en forma negativa. No obstante eso, hay editoriales no comerciales, chicas, que seleccionan el material, hacen una depuración para tratar de que se publique buena literatura. Estamos acostumbrados a un lenguaje más despojado, lo que no quiere decir mal escrito".



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