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Boca lo ganó con garra y corazón

Se impuso en el superclásico y está a un punto de la cima.

En un clásico apagado, sin fútbol ni figuras, Boca logró un 1 a 0 sobre River y desató la fiesta "xeneize" que esta vez tiene justificativo nada más que en la apretada diferencia.

Sebastián Battaglia, el mejor exponente individual de 90 minutos con muy pobre nivel, acertó un cabezazo a los 14 minutos del primer tiempo. Este triunfo ubica a Boca a sólo un punto de los líderes Estudiantes, el "Millo" y San Lorenzo.

Los primeros minutos fueron tan tensos que ni siquiera se jugó porque cada uno de los equipos perdía la pelota de inmediato. Riquelme se veía impreciso y River no tenía conducción.

Poco a poco, Boca fue metiéndose en campo de River y a los 13 tuvo una gran chance, cuando Palermo dejó a Palacio solo con Carrizo, pero el delantero no definió bien y el arquero cedió córner. De ese tiro de esquina, ejecutado por Riquelme desde la derecha, llegó la apertura del marcador porque Battaglia, en el medio del área, cortinado por Palermo, le ganó a Ponzio de cabeza y venció a Carrizo.

Boca siguió mandando en el desarrollo, aunque sin elaboración del juego, porque por derecha nunca aparecieron ni Ledesma ni Maidana, aunque por izquierda Dátolo y Monzón se movían mejor, River los neutralizaba juntando gente sobre esa zona. En los últimos 20 minutos, River consiguió alejar a Boca de su área, pero en ataque nunca encontró fórmula alguna para inquietar a Caranta, que sólo tuvo que esforzarse a los 32 minutos, para anticipar a Falcao García ante un pelotazo largo.

 

Más garra que juego

Palermo le ganó más de una vez a Tuzzio en lo alto y esa fue una de las claves en el desarrollo del juego, pero Boca no le dio utilidad debida a esa supremacía de su delantero por arriba. River estuvo partido, con los defensores muy lejos de los volantes y Boca terminó justificando la diferencia más por lo que no produjo su rival que por mérito propio.

El segundo tiempo fue tan pobre como el primero. Boca nunca encontró el camino para ampliar, a pesar de tener todo servido para hacerlo, y por su parte River jamás encontró la fórmula que le diera la posibilidad de llegar al empate. Empezaron a sucederse los cambios, pero ni Augusto Fernández ni Abreu ni Rosales, ni la variante en el esquema dejando tres hombres en el fondo, le dieron a Diego Simeone los resultados esperados.

En Boca, Riquelme estuvo muy lejos de su mejor nivel, demoró mucho con la pelota, fue impreciso en las descargas, y así el equipo local desaprovechó todos los espacios de que dispuso. En el último tramo del juego, ya sin Riquelme que dejó la cancha acalambrado, Boca permitió que River lo empujara contra su área, pero Caranta no tuvo trabajo y recién a los 36 minutos al cabecear Abreu apenas alto.

Boca había marcado una levísima superioridad en el primer tiempo, que mantuvo en el segundo y así le dio una alegría a su gente, aunque fue un partido que pasará al olvido muy pronto.



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