Está comenzando un nuevo año y para nuestra familia no es uno más. Como para tantos otros padres, en este 2010 nos toca acompañar a nuestro hijo mayor en un nuevo camino: su educación universitaria lejos de nuestra ciudad. Como para todos ellos, esta nueva etapa está colmada de expectativas, miedos y deseos porque todos, nosotros y él, nos enfrentamos por primera vez a lo desconocido: la distancia, una vida en otro lugar, el estudio universitario… una nueva forma de acompañar en el crecimiento a nuestro hijo.Y es en este momento, cuando el árbol ya comienza a formarse como tal, que nos detenemos a mirar las raíces y los tutores que lo contuvieron y sostuvieron durante sus 18 años.Claramente podemos reconocer la presencia de la familia: nosotros, sus padres; su hermana, sus abuelos y abuelas, sus primas, sus tíos y tías… que con palabras, gestos, ejemplos, límites y sobre todo mucho amor pudimos sortear las dificultades de lo que significa “ser adolescente” hoy y sentar las bases de este “nuevo árbol”.El otro gran tutor tuvo que ver con la práctica del voley en el CEF Nº 1 de Neuquén capital. Nuestro hijo fue guiado durante más de seis años por “Chicho”, el profesor Narciso Chandia. En ese lugar y con ese grupo encontró la contención humana que siempre necesitó, aprendió de los consejos, más allá de lo deportivo; del esfuerzo de los entrenamientos, de la alegría de las victorias, de la superación de las derrotas, del encuentro con muchos y buenos amigos... todas cosas que seguramente lo ayudarán en esta nueva etapa.Es aquí donde queremos destacar el mensaje de nuestra carta.Desde nuestra humilde experiencia de vida familiar podemos reconocer lo complejo que es para los padres acompañar hoy en el crecimiento a nuestros hijos adolescentes. En esta sociedad de consumo en que la tecnología y la moda imponen mandatos que a veces para los adolescentes son sagrados, en esta era de las comunicaciones en que el chat, los sms y Facebook son los canales de comunicación de nuestros hijos, a nosotros, los padres, a veces se nos dificulta la tarea de ayudarlos a vivenciar esta etapa de la mejor manera.Que nuestro hijo haya podido experimentar estos años en una institución como el CEF Nº 1 y con la guía de un adulto como “Chicho” lo convierte en un joven privilegiado. A nosotros saber que hay una institución, deportiva en este caso, que contiene, sostiene y presenta proyectos a nuestros hijos nos aporta una enorme ayuda en esta etapa de su crecimiento.Agradecemos a nuestra familia y amigos, a las familias de los amigos de mi hijo, a los profes del CEF en general y a “Chicho” en particular, ya que entre todos pudimos armar redes de sostén en estas etapas de su vida que seguramente lo ayudarán en la próxima. ¡Gracias por todo lo que le dieron a nuestro hijo! Y ojalá lo puedan seguir haciendo por otros tantos jóvenes…Por eso nuestra reflexión hoy pasa, en primer lugar, por valorar a todos aquellos “tutores” que acompañan el crecimiento de los adolescentes de nuestra sociedad actual, desde un club de fútbol o un grupo parroquial, por ejemplo, dándole sentido a su juventud, convocándolos a encontrarse con otros jóvenes de su edad y proponiéndoles “hacer algo juntos”.Es nuestro deseo que los que tengan “poder” de decisión desde la cultura o el deporte logren pensar en hacer algo real y concreto, no pensando en sus próximos electores sino en el futuro real de la sociedad toda, algo que realmente ayude a los jóvenes de hoy, algo que nos demuestre que aún se puede sostener el árbol con nuevos “tutores” antes de que crezca torcido. Siempre se puede. Sandra Fierro Vallejos, DNI 18.757.284Rubén Eduardo Aramayo, DNI 21.319.788 Neuquén
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