Estamos teniendo un otoño realmente espectacular porque, a pesar de que a caído una helada, fue muy suave y nos ha chamuscado nada más que algunas plantas sensibles y en lugares muy expuestos ... hablando por supuesto de jardines ubicados dentro de los radios urbanos, porque en el campo han sido algo más severas. Este ingreso paulatino a días más fríos les da tiempo a las plantas a acomodar “sus tantos” y prepararse para el reposo invernal. Es así que estamos presenciando un colorido espectacular de dorados en los álamos de las chacras y los fresnos de la ciudad, unido al rojo borravino de los perales y vides ... o sea que todo indica que tendremos no sólo un otoño para vivir sino también un invierno menos severo que el del año pasado ... eso espero al menos y “toco madera”. Ya he explicado en notas anteriores cuál es el origen de toda esa paleta de colores, de modo que ahora es el turno de hablar de los trabajos que conviene hacer en esta época. Hablemos entonces de la siembra de césped y del trasplante de árboles y arbustos. Ambos se benefician por el fresco de las noches, las temperaturas agradables del día y la mayor humedad ambiental (especialmente de madrugada). Todo esto juega un papel importante en el desarrollo de nuestras plantas. SIEMBRA DE CÉSPED Tenemos dos problemas importantes a la hora de sembrar un césped ... por un lado el viento y por el otro el riego. El otoño nos da condiciones ambientales más favorables en ambos aspectos. Tradicionalmente los vientos son más calmos en esta época del año que en primavera época en que, por una costumbre muy arraigada, a muchos “locos por las plantas” se les despierta “el indio” y salen disparados a hacer los trabajos previos a la siembra. Digo “disparados”, porque como en primavera el calor y el viento son cada vez más intensos a partir de agosto, el tiempo siempre se hace escaso. En otoño por el contrario, por ejemplo ahora en mayo, tenemos todo el mes por delante y hasta podemos entrar sin problemas en junio. No nos corre el tiempo y podemos preparar el suelo con tranquilidad y buscar la mejor semilla al precio más razonable. El trabajo fundamental es hacer un buen punteado o subsolado del suelo para romper capas duras que impiden o dificultan el drenaje y hacer una limpieza de todos los materiales que nos van a estorbar como piedras, cascotes, restos de construcción y otras yerbas. Tendremos tiempo para eso y hasta para hacer un buen riego de comprobación para asegurarnos de que el agua se infiltra (drena) adecuadamente y eventualmente corregir deficiencias. Si todo está como es debido, nos sobra tiempo para esperar que se oree lo suficiente para trabajarlo prolijamente con el rastrillo, caminarlo para que toda la tierra se asiente y no queden pozos ocultos y dar una última rastrillada previa a la siembra. Con esa buena humedad del suelo podremos sembrar. Lo que yo recomiendo es la festuca alta (Festuca arundinacea), por su comprobada rusticidad a sequía o en su defecto el raigrás (Lolium perenne), solas, sin mezclarlas. Sin desconocer que hay otras especies que pueden dar buen resultado, me inclino por estas dos porque van a requerir menor mantenimiento ... quién no quisiera un césped tipo golf, pero como dice el criollo “hay que aguantarse el calor con saco”, porque los trabajos en corte y riegos aumentarán de acuerdo a la tierneza del césped. En cuanto a riegos, si siembra en primavera será esclavo de ellos pero si lo hace ahora y siembra con buena humedad, lo puede dejar así hasta que nazca, ayudado por el rocío matinal. Si llegara a llover con cierta intensidad o si diera un riego, deberá seguir regando diariamente para evitar que se forme una costra en superficie que dificulte o directamente impida el nacimiento. En caso de ser necesario, el primer riego recomiendo darlo una vez que ha nacido todo, lo que en esta época puede suceder a los 30 días de la siembra, dependiendo lógicamente de las temperaturas del aire. Ah ... me olvidaba, hasta se le simplifica el momento del corte, porque como éste se realiza más o menos a los 30 o 45 días, que es cuando la mayor parte de las hebras comienzan a inclinarse, lo puede hacer con paciencia y de yapa sin temor a que el sol queme la parte inferior, que quedaría expuesta luego del primer corte. PLANTE Y TRASPLANTE El otoño es el momento adecuado para realizar los trasplantes de todos los árboles y arbustos que no son sensibles a heladas, incluso cuando son algo grandes. Es especial en el caso de las coníferas en general (pinos, abetos, cipreses) y las plantas de hoja perenne, porque se reduce su necesidad de traspirar agua para refrescarse, contrariamente a lo que sucedería en primavera. Debido a la gran cantidad de especies y variedades que podemos plantar o trasplantar en nuestros jardines, hoy sólo mencionaré algunos puntos comunes a todos ellos, para ahondar algo más el tema en la nota siguiente. Un trasplante siempre es traumático para una planta, porque por más cuidado que se ponga siempre perderá una gran cantidad de pelos absorbentes, que son las que realizan la absorción de agua desde las raíces. Si se hace en primavera, la planta se verá obligada a desarrollar nueva “cabellera absorbente” con rapidez, para equilibrar la que pierde por las hojas a causa del sol y el viento ... si logra el equilibrio vive, si no lo logra ... perdió. En otoño, aunque la temperatura del aire ronde 0ºC, la planta pierde agua aunque por supuesto mucho menos que en primavera, pues hay mayor humedad en el aire, menor temperatura y vientos suaves. Por el contrario, en el abrigo del suelo, las raíces tendrán más tiempo y tranquilidad para desarrollar una nueva cabellera de pelos absorbentes ... al llegar la primavera estará lista para recomenzar la actividad intensa, crecer y alegrarnos la vida. Quedamos entonces para el próximo domingo y vaya planificando lo que va a plantar o replantar, prepare la pala y un buen tutor.
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