A veces escuchamos críticas y opiniones sobre lo deficientes que son los servicios de salud públicos o privados, pero dentro de esta vorágine de la eterna queja debe haber un segundo para saber que existen ejemplos dignos de contar.

En 47 días vivimos la etapa más triste que puede golpear a una familia, la pérdida de un integrante tan fundamental como un papá. Un cáncer que en este caso fue fulminante nos arrebató momentos maravillosos y nos hizo fuertes como nunca pensamos que lo seríamos. El amor por la familia es todo para nosotros y nuestra más rica herencia como hijos.

Dentro de tanta turbulencia aparecieron seres humanos que nos sostuvieron y acompañaron, y no sólo por cumplir con su trabajo, porque el respeto, la calidez y la sonrisa son cualidades por las que no se dan diplomas.

¡Para ustedes, médicos, enfermeros y mucamas del Sanatorio Río Negro! Son esa clase de seres necesarios para que una familia no se sienta perdida. Qué tranquilidad da ver que todavía hay personas que se ponen la camiseta.

Nuestro papá estaba más que agradecido con ustedes; le gustaba que Walter jugara a las cartas con él y que Elba y Dominga lo quisieran sacar a pasear. Los sábados era de chocolates o helado para las doctoras Agustina y Patricia. Dres. Mombrú, Invernizzi y Román, equipo de Paliativos del Dr. Hayas, Sole, Julia... portadores de una dedicación, una paciencia y una amabilidad que nuestra familia les agradece infinitamente.

Desde que papá ingresó al sanatorio hasta su último día de internación domiciliaria en nuestra casa fue atendido con mucho cariño y respeto.

A todos, absolutamente todos, quienes le hicieron llevaderos esos momentos a nuestro padre y le regalaron aliento y una hermosa sonrisa, ¡gracias! Ésta es la única palabra que no tiene fin ni medida de valor y que encontramos para decirles, porque el agradecimiento es la memoria del corazón.

P/familia de José Omar Flores Flores, Carmen Luz Flores

DNI 23.789.240

Cipolletti