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"Te tienen miedo, Carlos Fuentealba"

Creo, estimado Carlos, que el título es más que elocuente respecto a la idea que pretendo desarrollar y que se manifiesta como respuesta a raíz de los hechos vandálicos que han sufrido distintas expresiones en tu memoria, entre ellos el cartel que pretende recordar tu caída en aquel triste páramo.

Te tienen miedo, Carlos. Yo sé que tus muchos asesinos, igual que el Rodion del genial ruso, no descansan tranquilos. Los incomoda tu tangible presencia, encarnada en cada marcha, en cada discurso, en cada escuela. Nosotros, tus compañeros que elegimos no rendir tributo a los despojos fútiles, creemos que es más importante mantenerte vivo en cada una de nuestras acciones y recuerdos más que con ofrendas vanas y triviales. Perdón, Carlos, por creer como vos que el respeto y la honra son mucho más que la subordinación a tus cenizas mortales; perdón, por pensar y accionar en pos de que se castigue a tus asesinos. Todos ellos, los que te mataron y los que siguen haciéndolo cada vez que te invocan para sus sucias y despreciables maniobras, intentan usarte para "desmemorizar" y confundir y no se dan cuenta de que tu sola mención es recuerdo vivo; no saben dónde esconderse del terror que les inspira tu ejemplo, que se ha multiplicado en todos los que seguimos caminando la calle de la lucha y la esperanza.

Aunque no te conocí, te extraño vivo, Carlos. Lamentablemente te vi muriendo y ese día un poco me fui con vos? Te extraño y me siento triste, impotente, porque me parece demasiado alto el precio de tu vida para aprender la mejor y más válida de las lecciones, esa que dicta que existen cosas por las que uno está dispuesto a jugarse todo; pero me duele mucho más que los otros, los responsables de la tragedia, no hayan aprendido nada y se preparen para seguir el escarmiento, seguros de que los muertos siempre están de nuestro lado.

Vos no te moriste, Carlos. Vos cambiaste, sin elegirlo, a otra manera de existir y nosotros tenemos el deber de transformarnos en custodios de esta mutación ineluctable, honrándote con el intento de transmitir tus valores, tus ideas, tu lucha, tu vida. Creemos que la mejor manera de manifestar nuestro respeto y amor por vos es intentando hacer una sociedad más justa para todos, dejando de lado los rituales anacrónicos consagrados por el poder que pretende transformar en trofeo esos restos que ya no son vos.

Tus asesinos no pueden siquiera nublar aquella manifestación de tu hombría de buen tipo, mejor compañero y militante transformador de esta sociedad que cada uno de nosotros ha tomado como idea rectora en pos de mantener viva tu memoria.

Te tienen miedo, Carlos, y de tan aterrados apelan al golpe bajo, te ensucian manipulando a quienes alguna vez, hace tiempo y mucha más vida, fueron parte de tu familia, aunque parezca cada vez más que no te conocieron demasiado. Ahora sos nuestro hermano, pero tus asesinos no lo quieren entender así; dentro de sus limitaciones en el sentir al otro, intentan conjurarte y sólo logran manifestar más abiertamente su terror irracional y un pánico culpable ante tu presencia indeleble. Ellos no saben lo que es estar en la calle junto al otro, no saben del éxtasis al que sucumbimos cuando el yo se desintegra para volver a ese estado comunal del nosotros. No saben porque la pobreza de sus relaciones los mantiene aislados, pauperizados, inmersos en la mugre de sus disvalores? El poeta lo dice mejor que yo: "Los que mueren con honra son los vivos; los que viven sin honra son los muertos".

Te tienen miedo, Carlos, y ese temor los está volviendo más peligrosos. Los que se mostraban como un "cambio positivo" se preparan para apalearnos y terminar lo que comenzó aquella vez; los que se postulan como "opuestos" pretenden domesticarnos endilgándonos la pseudolegalidad del patrón, ya que no pueden vencernos en la calle donde tu presencia es permanente. Yo también tengo miedo, Carlos, pero es el miedo que nos hace estar alertas.

Germán R. Bourlot, DNI 22.681.572

Neuquén



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