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"Los medios deberían disculparse"

Resulta realmente vergonzoso el tratamiento de los medios de comunicación más "importantes" de nuestro país sobre el caso Pomar.

Deberían, sin dudas, disculparse ante la familia de las víctimas y ante el público en general.

En la autocrítica debemos caer también los televidentes y consumidores de medios que, ansiosos por saber todo de todo el mundo, nutrimos esta viciada cadena de la que se alimenta el "cuarto poder".

Se tejieron especulaciones que hoy, conociendo la cruda verdad, resultan disparatadas.

Durante más de 20 días Pomar vendió droga, traficó órganos, pasó por Viedma, compró un arma, debía plata, le pegó a su mujer, huyó del país, fue secuestrado y otras tantas barbaridades.

Hasta qué punto estamos en condiciones de creer en aquellos que nos cuentan y "muestran" la realidad.

Reclamo un perdón generalizado de aquellos periodistas que se llenaron la boca hablando de versiones y trascendidos, haciendo oídos sordos a las responsabilidades que les caben como mediadores entre la sociedad y la realidad.

Lejos de las disculpas, los medios más grandes de nuestro país cubren aún hoy sus horas de programación con las hipótesis del accidente. En una especie de adicción perversa a las especulaciones, móviles informativos desde Gahan muestran las imágenes del hallazgo del auto y los cuerpos e improvisan los posibles desenlaces.

Presentando los hechos como un espectáculo, los medios lograron que incluso los habitantes de las localidades cercanas al lugar del accidente se acercaran a "disfrutar de la función". Comportamiento tristemente entendible dado que aquel espectáculo que vemos por televisión sin duda despierta en nosotros las ganas de presenciarlo y evitar intermediarios.

Desde el principio y no por primera vez la forma de encarar la noticia fue, a mi entender, errónea.

Es nuestro error pedirle a los medios más cobertura de la posible, más información de la disponible. Es el error de ellos responder a nuestros pedidos siempre, aun alejándose de la ética de la profesión por perseguir un único norte que se vuelve indeclinable: el rédito económico y la trascendencia.

Reflexionemos, o al menos yo lo he hecho y lo recomiendo. Seamos críticos, menos morbosos y más prudentes.

Matías Lamboglia

DNI 32.749.127

Roca



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