>
"Tarde, pero merecido"

Inesperadamente, para mí al menos, el gobierno municipal de San Patricio del Chañar rindió homenaje al ingeniero Roberto José Gasparri, el creador de la principal área frutícola de la provincia del Neuquén.

Un gesto muy demorado, pero justo, acertado. Y lo que llama la atención: un gesto promovido por un hombre del partido al que pertenecían otros hombres que tuvieron un papel decisivo en la bancarrota de la empresa que compró un desierto y lo transformó en parcelas productivas.

Gasparri y su gente produjeron un hecho revolucionario en una provincia con gobernantes y habitantes más afectos a la comodidad del empleo público y a la bonanza aluvional de los hidrocarburos que al aprovechamiento racional de sus recursos sustentables más valiosos, que son el agua dulce y tierra fértil abundante y un clima que se presta para una variedad increíble de aprovechamientos.

Lo que ocurrió en El Chañar luego de la quiebra y subasta de los bienes de Gasparri forma parte de otra historia, de una historia y de protagonistas que seguramente algún día merecerán un libro, pero de contenido absolutamente diferente al que acaba de presentar, como parte de ese homenaje, el periodista Javier Avena.

Una historia que exhibe la impudicia en el manejo de los recursos del Estado y la coalición de intereses políticos y económicos de personajes que logran posiciones sociales importantes con conductas y objetivos que están en las antípodas de los de Gasparri.

El impresionante emprendimiento se hizo con fondos privados hasta un avanzado nivel; luego el Estado asistió con créditos que no se pudieron pagar en término y llegó la quiebra. Sin contemplaciones, los bienes generados con tanta pasión, sacrificio e inteligencia fueron vendidos a precios viles. Hasta la hermosa chacra de la familia Gasparri, ubicada en Cipolletti, quedó en manos, a un valor irrisorio, de profesionales vinculados con el gobierno neuquino.

Los nuevos "colonos" no tuvieron que poner plata propia ni luchar con los vientos ni las arenas. Se sentaron a una mesa servida que les dejaron Gasparri y su gente y el "padre" Estado, conducido por amigos, les puso los créditos. Y si les faltó plata, hubo más plata; y si no pagaron las cuotas, hubo refinanciación; y si no tuvieron plata para la promoción de los productos en el exterior, el gobierno les dio más plata. Cara y ceca.

Ahora se entienden los por qué de la caída de Gasparri, quien luego de hacer todo lo que hizo en la región por la producción y por la modernización del aparato productivo, murió triste pero dignamente atendiendo un quiosco en la provincia de Córdoba. Los que le arrebataron bienes y sueños viven y circulan por la ciudad y la zona. Algún día la sociedad también elaborará un juicio sobre ellos. Será justo y saludable.

Ricardo Villar, DNI 8.377.070

Neuquén



Use la opción de su browser para imprimir o haga clic aquí