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"Amaneceres negros"

Todos los años, desde hace muchos, en la primavera tenemos amaneceres oscurecidos por el humo. Los pobladores de la región conocemos la causa. Las heladas tardías son un riesgo determinante en la fitofenología de las especies exóticas cultivadas en forma intensiva por los agricultores (frutos de carozo y pepita).

Y todos los años leemos airadas notas condenando los sistemas tan contaminantes y polucionantes empleados para la protección de los frutos. Con justa razón y más o menos tolerancia, estos reclamos reprueban las prácticas de los productores frutícolas. Obvio, el espectáculo algunas mañanas es impresionante.

Ahora bien, ¿por qué motivo se continúa con este contaminante y polucionante método? El principal es económico. Los métodos defensivos no agresivos, como el riego por aspersión, no están al alcance de los pequeños productores ya que requieren gran inversión en instalaciones y puesta en marcha y, no obstante que el fuel-oil tiene su costo, requiere de mínimo montaje y, si la temperatura no es inferior a 2º C bajo cero, no se quema y puede ser almacenado para otra ocasión.

Coincidiendo con el ingeniero Palmieri, ese 35% de productores que lucha por no desaparecer frente a la concentración que sufre la actividad no tiene acceso a créditos para la modernización de su esquema defensivo contra heladas. Máxime cuando los mayores volúmenes crediticios se volcaron a los amigos, según dijo un ex gobernador de Neuquén, y éstos no eran pequeños productores, peor: algunos ni siquiera eran productores agrícolas.

Analizando someramente la baja rentabilidad de la actividad frutícola, uno de los motivos fundamentales es la comercialización a partir de la cosecha, donde se opera el cambio de dueño del producto sin confirmación de precio y con cancelación de pago en cuotas y plazos inadmisibles para cualquier otra actividad (con 0% de interés).

Téngase en cuenta que los productores frutícolas deben esperar de 3 a 7 años para cosechar y que su giro económico es anual sin opciones. Si se malogra la cosecha, se pierde el año.

Volviendo a la polución y contaminación que nos preocupa, permítaseme hacer un sencillo cálculo:

La población de Cipolletti y Neuquén, ciudades separadas sólo por el río Neuquén, hoy está sumando unos 300.000 habitantes y se puede calcular que, poco más o menos, tendrá un parque automotor de 100.000 unidades.

Si, promediando, cada unidad tiene un motor de 2.000 cc y calculamos un período de funcionamiento diario de 1 hora a 3000 rpm, ella quemaría 180.000 litros de aire por día. Para esa cantidad de automotores, la cifra diaria que arroja este cálculo entonces es de 18 millones de metros cúbicos de aire cuyo oxígeno se transformó en C0 y C02 (monóxido y dióxido de carbono).

Abunda información sobre el aumento del efecto invernadero causado por la combustión de hidrocarburos, sin ir a detallar los otros compuestos contaminantes producto de esta combustión.

Pero esta contaminación y polución diaria y permanente no tiene la espectacularidad de una madrugada primaveral con 3º C bajo cero, aunque sí tiene la posibilidad de disminuir los efectos sin perjuicio sobre nuestros bienes. No olvidemos algo importante: los árboles de los agricultores le regalan diariamente a nuestra atmósfera oxígeno a cambio del anhídrido carbónico.

Debemos reclamar a nuestros gobernantes mejores trazados y frecuencia de líneas de transporte público para usar nuestros automóviles sólo lo mínimo e indispensable, no obstante lo riguroso de nuestro clima, con el doble beneficio de caminar más; así lograríamos una efectiva defensa del medio ambiente. Si no hacemos nada, somos cómplices de la aceleración del proceso de destrucción del medio ambiente, con o sin quema de fuel-oil en las chacras unas pocas veces al año.

Carlos Montelpare, DNI 7.572.116

Fruticultor y enólogo - Neuquén



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