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"Esgrimen las mismas argucias y herramientas perversas"

Una vez más la pelota nos entretendrá mientras nuestros compatriotas mueren. Luego de quedar atónita, intento reaccionar y entender cómo la historia de nuestra patria tiene reiteradas vueltas a situaciones parecidas con pinturas diferentes. Trato de pensar en dos etapas de mi vida y establecer las imágenes similares.

¿Recuerdan ustedes cómo nos entretuvimos con el fútbol en los 70?, ¿cómo participamos de los goles que nos dieron la victoria?, ¿cómo se discutía y pocos podían creer que estuvieran desapareciendo nuestros jóvenes repentinamente? ¿Recuerdan cómo íbamos a trabajar y, por ejemplo, un día íbamos a dar clase en un curso y los jóvenes ya no estaban? Eso me pasó, me quedé sin alumnos.

Hoy no son jóvenes, son niños; no los matan, los dejan morir. Hoy no son muchos en un día; son dos por día como lágrimas para nuestra historia.

Hoy, como ayer, un gobierno que haciendo uso del arma ineluctable de la palabra la esgrime para herir, tergiversar, descalificar, humillar, disfrazando su verba de metáforas que lo delatan en su inconsciencia.

Hoy son supuestamente ciudadanos que no pasaron por el Plan Cóndor ni ningún otro plan pergeñado por intereses foráneos, pero esgrimen las mismas argucias y herramientas perversas para distraernos de los reales problemas que la sociedad argentina tolera con la misma estupidez de los 70.

Mientras tanto, hoy como ayer, entre estos dos gobiernos distintos y similares, se destruye el entretejido social en una lucha encarnizada por la supervivencia; hoy como ayer el futuro es una nebulosa que no sabemos qué nos traerá; hoy como ayer no se vislumbran líderes con visión amplia, histórica y patriótica que nos puedan capitanear hacia un futuro mejor.

Sigo sintiendo lo mismo que en marzo del 2008 y por eso lo repito: esto que hoy vivimos es la prepotencia, es el autoritarismo, es la imposibilidad de dialogar y escuchar, es la falta de humildad para poder ubicarse en el otro.

Es inútil dialogar con quien no quiere "sentir al otro".

¿Dónde están los peronistas que tuvieron, como mi padre, una moral sin grietas, una conducta rectilínea, una capacidad de asumir errores? ¿Dónde están los antiperonistas que, como mi madre, fueron capaces de reconocer errores, de buscar lugares de contacto, de encontrar puntos en común para construir futuros?

Me duelen Valle y Santucho, me duelen Ibazeta y Leonetti, me duelen Rojas y Delia, me duelen las madres de Plaza de Mayo y los chicos de Malvinas, me duelen los jóvenes perdidos sin futuro y los jóvenes que se van porque el país no ofrece alternativas, me duele un país en el que no pudimos aprender a perdonar y en el que en vez de sembrar trigo se siembra odio. Me duele esta realidad que hace que mis nietos no puedan soñar con un país mejor.

Uno acarrea su propia historia y desde ahí mira el presente y proyecta el futuro, futuro que incorpore la memoria, porque lo que se vivió no se puede borrar. Miro a mis nietos y veo la silueta de Le Maire, de Washington, de la prisión de Ushuaia, de Magdalena, donde pasé días de mi adolescencia. Pero esas sombras no me impiden ver un país donde todos coman, donde el "otro" sea un hermano, donde el derecho a vivir y pensar sea el primer derecho humano respetado. Donde no se lucre con el pasado ni con nuestros muertos. Donde superar los odios sea fundamental para fundar una sociedad en el amor al prójimo. Donde pensar diferente no sea delito sino motivo de respeto. Donde podamos pensar y escucharnos. Donde un cargo público no sea una fuente de riqueza para el bolsillo y para los que sigan sino una posibilidad de hacer por los otros algo que mejore sus vidas y su historia.

Patear la pelota es el deporte nacional, lo asumo; pero con dolor asumo que pateamos todas las pelotas aun cuando ellas lleven adentro parte de nuestros conciudadanos. Que Dios nos perdone porque seguramente la historia nos va a condenar como una sociedad que no supo encontrar su rumbo.

Elena Lapuente, DNI 4.597.918 - Neuquén



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