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"Neuquinidad o neuquenidad"

A propósito de la identidad neuquina, Isidro Belver me ha señalado que corresponde decir y escribir "neuquenidad". Tiene razón, nuestra provincia no es "Neuquin" y -recordé- hace tres décadas Gregorio Álvarez me ilustraba con entusiasmo: "Nosotros somos neuquenianos; así decían cuando la capital todavía estaba en Chos Malal".

Respecto del tema de fondo, la antropología social define la identidad como la adscripción subjetiva de personas y comunidades respecto de referentes destacados: territorio, raza, idioma, cultura, historia de epopeyas y héroes, mitos de ancestría y, tan importante como las identificaciones positivas, conciencia sobre enemigos/competidores que las amenazan o reprimen. Las instituciones, entre ellas los partidos políticos, se construyen sobre/desde esos valores, generalmente como dimensiones opuestas: se puede ser "muy patriota" o acusar a otro de "traición a la patria"; se esgrimen pasados y patriarcas como marcas de origen o capitales simbólicos: quienes los tienen aspiran a mejores posiciones sociales y descalifican a los que no; se nombra al igual y al distinto como "leal/desleal", "honesto/deshonesto" y, muy importante, "productivo/improductivo" respecto de la propia cultura.

Sin agotar la lista, de allí derivan combinaciones de intenso uso en la política como "izquierda/derecha", "eficaz/ineficaz" e "innovador/conservador". De esta última emerge "proactivo/cliente", rango cualitativo que define la mayor o menor predisposición respecto del Estado, de las obligaciones sociales y el trabajo.

Mi carta de lectores sobre el tema originó un movido debate. Recibí adhesiones y también críticas que respondo a partir de una afirmación: los análisis sobre la identidad y el MPN como actor de la neuquenidad no se pueden reducir a sólo uno de los aspectos mencionados, pues caeríamos en el reduccionismo o la caricatura.

Así, caracterizar al MPN sólo por la corrupción, sin pretender negarla, desconoce los esfuerzos de muchos agentes y funcionarios honestos y comprometidos, así como todo lo realizado en 40 años de luchas, acción y emprendimientos. Una injusticia.

Mariano muestra un MPN que perdió la "mística"; señala un problema real, el clientelismo, pero es falso extenderlo a todo el partido. Además oculta el alto grado de ese mal en actores como él, que desde la oposición también vive del Estado, haciendo fortuna con juicios laborales y de viviendas provinciales, suficiente para financiar su vistosa campaña.

Julio Fuentes, con falta de humor, se enojó. Lástima, el libre debate de ideas es un valor de la Constitución de Neuquén. Si bien ambos dejamos de ser "humildes", seguimos siendo "mestizos"; podemos disentir con calma en la unidad de la raíz neuqueniana.

A los que en Río Negro digital fueron injuriosos, sin poner la cara y el cuerpo como Mariano, Julio y el que habla: la neuquenidad se hace con compromiso y riesgos; los anónimos que insultan no califican en la dimensión "honesto/deshonesto"; simplemente son cobardes.

¿Qué aportó Gadano, que sí escribió con humor? Nihilista que es, nada. La versión más crítica del paradigma de Nietzche es la parodia, cosa que "Tuti" hace con talento. Es decir, se ríe de todos y de todo, en particular de nosotros, los neuquenianos, pero al juntarnos para la cargada mostró que tenemos mucho en común. Riéndose, a Baltazar Álvarez lo recordó como "chato", a Mariano lo estigmatizó como "cheto" y a Luis Jalil, obvio, como "Chito". Con el mismo talante divertido y en respuesta a su negativismo cerval, sigo con la serie a-e-i: al participar, le pertenece la "o", así que si ellos son chatos, chetos, chitos, él es un?

Luis Felipe Sapag, DNI 8.850.167 Neuquén



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