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"Lo quieren ver mordiendo el polvo"

La algarabía de sectores de la oposición al gobierno de Cristina Kirchner, rayana en el tumulto, rasgándose las vestiduras por un proyecto que ha sido habitual en todas las jurisdicciones de las que componen la organización del Estado argentino, implica la clara expresión de que las necesidades de la Nación han sido dejadas de lado por estos grupos que aprovechan la situación para llevar agua para su molino. Todo es útil para que el gobierno ceda o "negocie" en el tema de las retenciones o para que el propio gobierno caiga, si ése es el costo que hay que pagar para que las retenciones sean derogadas.

Hay una clara insinuación de vindicación en esta recalcitrante postura que el público observa azorado y a veces, lamentablemente, pensando igual que sus verdugos; claro, sin sus beneficios.

Desde el advenimiento de la democracia todos los gobiernos nacionales utilizaron facultades extraordinarias para manejar el presupuesto de la administración nacional y la legislación económico-social. El alboroto actual lo motiva una supuesta debilidad del gobierno al que quieren ver mordiendo el polvo de la pobre victoria que obtuviera una oposición que ni aun con ese respaldo es capaz de presentarle al pueblo una propuesta alternativa. Se fracturan a la primera de cambio de algún hecho que pudiese herir su heterogéneo vedetismo. No sirven más que para fingir una adhesión a la solemne vigencia de las instituciones y atentan contra la máxima institución con la que todo Estado debe contar: la gobernabilidad.

Claro, no es cuestión de no tener una opinión diversa a la que esboza el PEN, pero no se debe utilizar el disenso para llevarlo más allá de lo que la esencia del tema y sana entidad permiten. Adherir a la producción de un caos para ganar una posición endeble, como la del vicepresidente Cobos y de todos lo que malamente lo imitan, es una conducta carente de grandeza que merece el mayor de los repudios.

A nadie que valore mínimamente la situación le puede caber en la cabeza que deba enviarse a los lentos pasos del Congreso el cambio de asignación de una partida presupuestaria. Las urgencias del mundo de hoy impiden con mera razonabilidad que eso pueda aportar a alguna practicidad. Y en ese argumento se basó el manejo de la deuda externa del país que desde 1983 cae en la cabeza del Ejecutivo, aunque la Constitución prescriba, y acá quizás con mejores argumentos, que dicho manejo es competencia del Congreso. Hay varios y calificados institutos de la Constitución que podrán condenar el mal uso de los recursos, incluido el mismo Congreso, si aquél se produjera.

Tampoco tiene sentido que partidos minúsculos, que han alcanzado su representatividad gracias a la masividad del partido provincial, salgan ahora a pregonar una autoridad ante los representantes legítimamente elegidos, diciéndoles lo que tienen que hacer. Ni Opción Federal de Neuquén ni ningún partido colector pueden aspirar más que a calentar un sillón representativo y por dignidad guardar silencio, ya que si hubiesen ido por las suyas no lo hubiesen obtenido.

Dr. Osvaldo Pellín

Diputado nacional (MC) períodos 85-89

y 93-98 - Neuquén



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