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"Contradicción"

El sensible crecimiento patrimonial de la familia Kirchner publicado días atrás invita a reflexionar sobre la cotidiana contradicción que existe entre la declamación de ideales y principios, como lo es el equilibrio en la distribución de la riqueza, y la conducta individual que luego se asume en la vida social.

Hace ya algunos años, G. A. Cohen, un filósofo canadiense marxista y agudo, planteó esta cuestión en un artículo que lleva el mismo título que esta carta. Allí se indaga sobre la inconsistencia que demuestran las personas adineradas que se profesan igualitarias pero que retienen ese excedente en la renta, esa ganancia, y no la utilizan para promover la igualdad que dicen defender: permítaseme, entonces, el parangón.

Creo que es un buen punto partida preguntarse si la contradicción, es decir, la afirmación de un principio y su negación mediante la conducta individual, permite reconocer cierto cinismo por parte del declamador. ¿Hasta qué punto uno se encuentra comprometido a actuar de conformidad con los principios morales que dice defender? ¿Qué tan culpable debería sentirse quien actúa en la vida en sentido opuesto a los principios que enarbola en su discurso?

Se podrá decir que éstas son preguntas que abarcan mucho pero que poco dicen a la hora de valorar concretamente la curiosa forma en que los funcionarios públicos de nuestro país multiplican su patrimonio, demostrando que la única movilidad social ascendente la exhiben los políticos y, en algunos casos, sus choferes.

Sin embargo, entiendo que resultaría lógico tomar la conducta individual como el mejor estándar o parámetro para medir el verdadero compromiso con las ideas que se profesan. Y, en función de ese estándar -sin negar el valor de verdad del ideal o principio-, decir que una palabra que no se acompaña de una conducta tiene el mismo valor que nada.

Juan A. Argibay

DNI 30.141.774

Cipolletti



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