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"Nada de lo que imaginé sucedió y me operaron esa misma tarde"

Con un fortísimo dolor en la vesícula que no me había dejado dormir en toda la noche, acudí al hospital Castro Rendón en la madrugada del miércoles 17 de junio para que me vieran en la guardia y me dieran algún calmante dado que la dolencia se había tornado insoportable y lo único que podía hacer era doblarme y moverme permanentemente.

Consciente de tener cálculos y tras haber postergado por distintos motivos la operación que debía haber hecho hacía algún tiempo, me quedé muy sorprendido: aproximadamente a los 30 minutos de haber llegado a la guardia ya me habían atendido y me estaban dando unos calmantes inyectables. Simultáneamente el médico me pedía análisis de sangre y me decía el tiempo de demora para que los esperara y se los llevara (45´). Una hora después le estaba llevando los resultados al médico y él, a su vez, me pedía una ecografía ya que la inflamación de la vesícula le hacía tomar esas medidas.

Fue en ese momento que empecé a pensar: "Bueno, acá es donde me voy a comer el garrón de la gran espera" y todo eso que uno tiene prefijado de experiencias anteriores en otros centros de salud (ésta era la segunda vez que iba a ese hospital), de relatos ajenos o de saturada información que uno recibe de los medios de comunicación.

Nada de lo que imaginé pasó y todo siguió su curso normal, para derribar todos mis preconceptos: media hora después salía de la sala de ecografías con la mía bajo el brazo. Quiero agregar que a esta altura de los trámites todos los empleados y médicos que me habían atendido lo habían hecho cordialmente y de la mejor manera.

Acto seguido, el médico me comunicó que debía quedar internado y que era inminente la operación, porque el estado del órgano no era bueno. Para resumir: fui operado esa misma tarde; todo salió bien y a la tarde siguiente, es decir el jueves 18, me retiré dado de alta a mi casa.

Quiero remarcar que la buena atención a la que me refiero la recibí en el hospital público Doctor Castro Rendón y no en un centro de salud privado, aunque normalmente se crea y se estimule a pensar que es exclusividad de estos últimos y no de los lugares públicos.

Todos los pasos siguientes y que me faltó detallar: internación, camilleros, enfermeras, anestesistas, cirujanos, nutricionistas, etcétera, siguieron con el mismo tono del principio, de buena labor, de engranaje que funciona, evidenciando que hay una dirección, una decisión y una forma de hacer las cosas a pesar de las carencias y las dificultades de tener que atender a una población cada vez más grande, con más y nuevas enfermedades y pandemias como las que trae este siglo XXI, que se ensancha no sólo por el crecimiento local sino también por derivaciones del interior provincial o de gente que viene de países limítrofes y a la que se atiende de igual modo. Obviamente hubo momentos en los que me tocó esperar y tener mucha paciencia, pero siempre la sensación fue que la cosa estaba caminando.

Con la vivencia todavía fresca me gustaría aprovechar para pedir al sector del gobierno que corresponda que se escuchen los pedidos y necesidades de las personas y de los profesionales que trabajan en estos lugares especialmente. Se trata de la salud de la gente y, por lo que se ve, hacen su labor de la mejor forma.

Humberto Reynoso, DNI 17.451.461 - Neuquén



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