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"El hospital feo" | ||
El jueves 2 de julio, a las 13:30 aproximadamente, mi mamá llegó a la guardia del hospital Castro Rendón con mi papá que se moría. Minutos antes, se había quejado de que no podía respirar y, con una rapidez de reflejos admirable, mamá lo subió al auto y lo llevó a la guardia con un colapso respiratorio, cardíaco y multiorgánico. Los médicos, cinco o más y no sé cuántos enfermeros lucharon por más de cuarenta minutos para reavivarlo. "El paciente entró en un estado incompatible con la vida", nos dijo uno; es gravísimo, no está estable, mucho menos compensado"? Pero no dejaron de luchar. Todos, también mi papá, por supuesto. Así pasó la primera noche. Todos temiendo que sonara el teléfono. Estuvo en terapia intensiva, aislado, con respirador, dormido. No tenía diagnóstico y solamente con la certeza de que minuto pasado era ganado y, poco a poco, la esperanza. Primero en terapia intensísima, luego intermedia y clínica. Comenzó a funcionar por parte esa máquina que había dado error. El miércoles 8 de julio, a las 16:30, mi papá cruzó la puerta de su casa y ahora está en su sillón favorito. ¿Es un milagro? Probablemente. Pero a los milagros hay que ayudarlos. La cadena de acciones certeras dio positivo. El acertado inicio de llevarlo al hospital, en lugar de una clínica, porque allí los pacientes son personas, no números de pérdida y ganancia. Nadie dudó en poner lo mejor de sí para salvar su vida. Y lo hacen día a día, sin recursos, apoyo ni elementos; con cansancio, con enfermedades, con escaso personal; sin que les provean lo mínimo indispensable ni cobrar lo que merecen. Con emergencias que superan gracias a la pericia, con promesas políticas que no se cumplen. El hospital "feo", de paredes descascaradas y bancos poco cómodos, de pasillos muy caminados y ventanas con el flexi roto, tendrá una "cáscara" fea pero por dentro ruge el corazón de todos los que hacen de ese centro el único lugar de la esperanza para la medicina no mercantilista. Estoy segura de que nada de eso hubieran hecho por él en una empresa privada de salud. Porque en eso nos hemos convertido. En pacientes viables o no viables, depende de cuánto recurso hay que gastar para salvarnos. El tema es que cada vez somos más los que damos pérdida: los "mayores" (de 18), los bebés, las mujeres, los hombres, las personas. Mil gracias, hospital "feo". Nunca me pareciste más bello. María Beatriz Rojas DNI 22.473.451 Neuquén |
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