Solicito la publicación de la siguiente misiva, que escribí allá por el 2001 y se me antoja muy actual.

Nosotros debemos cambiar este país. Tenemos la obligación moral con nuestros propios hijos, si realmente nos importa su futuro, por lo que necesitamos desprendernos, en primera medida, de egoísmos y mezquindades para poder comenzar desde la humildad.

No es necesario dejar la identidad a un lado, ya que ésta nos sirve para marcar nuestro camino hacia el desarrollo. Poseemos capacidad sobrada para trazar el sendero. Debemos dejar atrás viejos odios, que sólo nos llevan a más odios y conducen, por consiguiente, al estancamiento. Una nación no se crea desde la soberbia, si no se corre el riesgo de dejar afuera a los humildes y esto hace lugar a la disconformidad y a la violencia y acrecienta el enfrentamiento de clases. Por ello en las decisiones que hacen a una nación necesariamente deben estar incluidas todas las clases sociales. Pero cuidado: tenemos que estar capacitados en las distintas áreas que formen ese pueblo.

Gustavo Sánchez Diego

DNI 16.842.771

Neuquén