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"Se aprende menos, se es más irrespetuoso"

Día a día somos impávidos espectadores del proceso de deficiente instrucción y retroceso en el que estamos inmersos sin que, aparentemente, se le encuentre la vuelta a la cosa para revertir esta inclinación decadente en la que cada vez se aprende menos, se es más irrespetuoso y el certificado de inculto o ignorante se obtiene más expeditamente. La barbarie nos absorbe y ejemplos hay miles.

Con esta nota no pretendo dar una clase de vexilología ni nada parecido, simplemente quiero expresar mi indignación y desagrado por la reiteración o habitualidad con la que sin ningún miramiento, producto del desconocimiento y total ausencia de sentimiento patriótico, se mansilla y se atenta contra el significado y lo que representa para cualquier argentino, que se precie de tal, uno de los máximos símbolos que nos identifican como lo es la bandera nacional.

Ya es costumbre ver en cualquier acto o manifestación pública, gremial, política, deportiva o de la índole que fuere, la forma grosera en que se exhibe la bandera argentina, incluso por grupos de docentes que se supone debieran enseñar todo lo concerniente al ceremonial, respeto y utilización de los emblemas patrios.

Es muy triste observar nuestra celeste y blanca, la bandera oficial de la Nación, tanto la de ceremonia como la de izar, deshonrada, menospreciada, usada como soporte publicitario o burda pancarta de quejas y reclamos, ensuciada con escrituras o leyendas y hasta con figuras o caricaturas que resultan fachosas, ofensivas y que en absoluto se compadecen con el respeto y la veneración que los argentinos le debemos, tanto por lo que ella simboliza como elemento identificatorio ante el mundo como por su significación de inmaculada síntesis de ideales, de nuestro pasado, de luchas gloriosas y elevados sacrificios de aquellos que luego de su creación, por parte del general Manuel Belgrano, juraron honrarla, respetarla y defenderla hasta con su propia vida.

Lamentablemente desde el lado oficial los ejemplos positivos también son escasos, pues en muchísimos establecimientos, reparticiones u oficinas públicas la bandera argentina brilla por su ausencia y en otros apenas se exhibe lastimosa e irreverentemente un trapo sucio, descolorido, que se deshilacha pausadamente al igual que nuestra voluntad por conservar incólumes las tradiciones y honrar los sucesos gloriosos de nuestra historia. Incontrastablemente seguimos en la bajante perdiendo cada vez más nuestra identidad, sucumbiendo ante todo lo foráneo o lo que nos imponen desde afuera y que aceptamos mansamente.

Los que tenemos algunos años encima seguramente ya no nos enmendaremos ni vamos a cambiar los malos hábitos adquiridos y que solemos exteriorizar libremente como parte de nuestra deficiente cultura, pero aquellos que son más chicos, que están en esa especial etapa del aprendizaje o del conocimiento, formándose para emprender con cierta solvencia el duro camino de la vida, son los que debieran recibir de sus educadores y aun de sus padres, más allá del concepto moral e intelectual que como divisa se percibe, los valores, las pautas y consideraciones elementales de honor y reverencia que siempre se deben tener para con los símbolos patrios, inculcar la devoción por nuestros próceres, la debida compostura durante las celebraciones, el respeto y conservación de los monumentos, etc.

Tomás Heger Wagner

DNI 7.687.223

Neuquén



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