El domingo pasado hemos visto una manera “poco ortodoxa” –digamos– para atenuar los efectos de las heladas en plantas sensibles al frío, entre las que englobé especialmente a todas las de origen subtropical, ya que las tropicales (como por ejemplo los “gomeros”, género Ficus) son tradicionales plantas de interior. Ese método poco usual es el de mezquinar el riego hasta suspenderlo en forma prácticamente total para cuando comiencen las heladas en serio y no las de “morondanga” como las que tuvimos, que sólo fueron una advertencia mínima en los jardines dentro de nuestras ciudades. Una medida adicional a esta sugerencia y a la tradicional de cubrir las plantas con todo tipo de mantas protectoras, invernaderos hechos de madera y nailon traslúcido o simplemente colocando las que están en maceta en lugares reparados y con buena iluminación, es el de proteger la parte más sensible de una planta ... el “cuello”. Y si no, que lo diga María Antonieta. CUIDAR EL “CUELLO” Supongo que ya todos ustedes saben qué es el “cuello” de una planta. No es tan bonito como el de la desdichada que fue víctima del invento del doctor Guillotin pero igualmente importante, pues es la unión entre la parte aérea y la subterránea de una planta. En aquellas que son resistentes a heladas prácticamente pasa inadvertido porque, salvo que lo lastimemos con las dichosas bordeadoras o cortadoras de tanza, no ofrecen dificultades. Otras veces, en aquellas injertadas, ese injerto se suele hacer inmediatamente por sobre la superficie del suelo y debemos tener cuidado con esa zona en el momento de hacer podas. Pero volvamos a qué sucede con aquellas especies y variedades que son susceptibles a temperaturas bajo cero. En muchos casos, aunque hayan perdido totalmente su parte aérea, para alegría de muchos suelen rebrotar desde abajo, o sea desde el cuello ... esto lo hemos podido observar especialmente en plantas como las santa ritas (Bougainvillea), hortensias, ceibos, jacarandás y tantos otros, en este invierno pasado que fue excepcionalmente frío y nos dejó enseñanzas muy útiles (y no pocas sorpresas) de cuáles son nuestros límites en el norte de la Patagonia. ATRAPAR EL CALOR La reflexión es entonces que lo que más debemos proteger en otoño para el invierno es esa zona tan especial, porque es la que suele poseer las “yemas dormidas” que se pueden desarrollar luego de la helada con las provisiones que la planta almacenó en sus raíces. Caso contrario, al estar muerta la porción aérea, el único recurso que le quedaría es desarrollar yemas vegetativas desde la raíz ... en este caso se dice que son plantas con “raíces gemíferas”, cuyo representante autóctono más conocido en la región es el “chañar” (Geofroea decorticans) o en las chacras algunos “álamos blancos” o la espinuda “acacia blanca” (Robinia pseudoacacia). La forma más “piola” de protección es por medio de una manta que, al igual que las cobijas que ponemos en nuestra cama, no producen calor sino que logran que el que produce nuestro cuerpo quede atrapado entre las capas de aire que contienen y así minimizan el enfriamiento ... cuanto más mantas nos echamos encima, menos calor perdemos. En el suelo de nuestro jardín podemos hacer exactamente lo mismo, sólo que una manta o cobija tejidas nos resultaría cara. En lugar de ella, recurrimos a las hojas que el otoño produce en profusión en nuestra región. MULCH Esto se denomina “mulch” en inglés y es un término que ya hemos adoptado en jardinería. Es la ubicación de una “manta” de hojas secas alrededor de las plantas sensibles a frío, de modo que el calor que el suelo y las hojas mismas han acumulado durante el día, se vaya disipando muy lentamente a la atmósfera ... obviamente, cuantas más hojas coloquemos, mayor será el efecto de retención del calor. El problema que enfrentamos, es que esas hojas se van descomponiendo por efecto de la humedad del suelo y la acción de los micro y macroorganismos del suelo y por eso corremos el riesgo de que, en pleno invierno, esa capa se reduzca tanto que su capacidad de protección se haya reducido significativamente. Eso lo podemos “ralentizar” (reducir) al suspender los riegos en el jardín. Si el otoño-invierno se presentara muy llovedor, podemos atenuar la descomposición de las hojas por medio de una manta de nailon trasparente colocada encima, de modo que evite el agua pero deje pasar el calor del sol. Esa manta puede ser de 50 micrones y sin protección de rayos ultravioletas, que es más económica que la usada en verano, que sí o sí debe ser con protección UV, porque si no se deteriora en cuestión de pocos meses. De todas maneras habrá una descomposición porque la humedad del suelo asciende y queda atrapada entre las hojas y con mayor razón si están cubiertas con el nailon ... pero siempre la humedad será menor que si quedan expuestas a una lluvia. Este es un tema de “sintonía fina” que cada “loco por las plantas” deberá aprender a manejar. COMPOST SUPERFICIAL Seguramente, si usted tiene algo de experiencia o lo analiza llegará a la conclusión de que la propuesta del mulch protector invernal es algo muy parecido a lo que se hace con el compost, que generalmente se comienza a preparar a partir de la primavera. Exactamente ... es “la misma leche con diferente gordura”, sólo que en lugar de hacerlo en silos (túmulos o lomadas) o en recipientes, lo hacemos extendido sobre el suelo. Desde mi punto de vista es mucho más sencillo de hacer y “pilotear”, porque no implica el amontonamiento por capas de la materia orgánica, la preparación en recipientes y el control periódico de temperatura y humedad. Tampoco habrá infestación de hormigas coloradas (muy común en el calor del compost) ni de lauchas que se meten a buscar alimento ni tampoco es desagradables. En definitiva, se trata de reproducir fielmente lo que sucede en la naturaleza, en que los grandes árboles de una selva se retroalimentan con las residuos que ellos mismas producen regularmente. A aquellas personas obsesivas por la limpieza seguramente les costará acostumbrarse ver su jardín con hojas desparramadas, pero si aguanta un invierno, en la primavera siguiente podrá observar que debajo del mulch el suelo es suelto, grumoso, con la humedad justa y poblada de vida ... y todo ello con esfuerzo cero. Creo que no es poca cosa ... y nosotros los maridos, agradecidos. ESCARAPELAS EN PARRAL He recibido una carta muy especial de una lectora de San Antonio Oeste. Especial por lo divertido que nos ha resultado el carteo con esta señora que es de origen vasco (y no andaluz) y goza de muy buen humor ... tanto ella como su mamá de 83 años. La comparto con ustedes, sintetizada y con previa autorización de la remitente. Estimado Teodorico. Le quería preguntar: 1) ¿Cuándo se siembran las escarapelas? 2) Los frutos de la Magnolia grandiflora ¿hay que cortarlos o no le hace nada?, porque este año están con un color que parecen ananás rosadas, pero si le quita fuerzas los corto. 3) ¿Las achiras y lirios los divido ahora, cuando marchiten o cerca de la primavera? Perla Izco, San Antonio Oeste Estimada Perla: 1) ¡Qué problema con los nombres comunes! En principio, con respecto a las “escarapelas”, perdone el chascarillo pero le diría que le pregunte a French y Berutti ... ¿cómo quiere usted que yo sepa de qué se trata? ¡Piedad por favor! 2) Los frutos de Magnolia grandiflora no se cortan, porque el árbol no sufre con ellas. 3) A las achiras y los lirios es conveniente dividirlos en primavera, aunque también puede hacerlo ahora, una vez que el follaje esté marchito. Perdóneme. tiene toda la razón. No sé exactamente, pero en el libro de plantas que tengo sería la “malva real” ... no la silvestrys. El libro es español y ellos hacen también la aclaración de que cuando no saben el nombre específico (ya que depende de cómo la llamen en los distintos lugares) le ponen aterisco ... y ésta no lo tenía. Le pregunté a un ingeniero y me preguntó si era leguminosa ... “me mató”. Esta es la que usted habrá visto en los patios. Yo una vez la vi en Gaiman (Chubut) de pasada en un patio. Eran de 2 ó 3 metros de altura y estaban como en parrales y súper finas. Son flores comunes, pero eran “para morirse”. Creo que hay unas perennes (serían las más altas) y otras que son anuales. Por si no “la saca”, le adjunto una foto. Perla Efectivamente, es una malva y el nombre técnico de Altahea rosea también es correcto ... pero eso de que vio un parral de malvas ... !!!Fabuloso!!! ¿usted no será medio andaluza? Pues bien, éstas se siembran en primavera, una vez que haya pasado el peligro de heladas. Son sumamente resistentes a sequía, pues tienen una raíz pivotante, o sea una principal que va derechito hacia abajo, buscando el agua, lo cual le da esa resistencia. Si bien se siembran en primavera, en almácigo o en lugar definitivo, a pesar de perder las hojas en invierno luego se comportan como perennes porque rebrotan en primavera. No sé por cuántos años, pero sí que duran bastante en el jardín. Adicionalmente le comento que -que yo sepa-, hay una sola enfermedad a la que las malvas son susceptibles y es un hongo que les hace puntos rojos en el follaje, especialmente en la parte inferior de las hojas. Esa es una roya que se propaga por medio del follaje que cae en otoño y que contiene las esporas del hongo. La roya es como “iglesia de pueblo chico ... no tiene cura”, pero sí se puede atenuar e ir eliminando del jardín con medidas preventivas. Esa prevención tiene mucha relación con la nota de este domingo, pues se trata de colocar mulch de hojas debajo de las plantas de malva para que el follaje infectado de esporas quede sobre él. Estas hojas una vez caídas se eliminan enterrándolas en el jardín y además en primavera, cuando la malva esté por rebrotar, se quita el mulch y se elimina enterrándolo o se coloca dentro de una pila de compost, en el medio, donde se produce el calor de la descomposición que destruye las esporas. De esta forma la nueva brotación y especialmente los nuevos brotes que emergen desde la raíz, no se reinfestarán con las esporas del hongo causante de las pústulas rojizas. INVASIÓN EXTRATERRESTRE Estimado Teodorico, lo molesto para consultarle sobre una plantita que está apareciendo en mi jardín cada vez en mayor cantidad. Se trata de un ejemplar como si se tratara de una plántula de lechuga (le adjunto fotos). Quisiera saber de qué se trata, cuál es su nombre vulgar, cómo combatirla y/o prevenirla y si la misma es una indicadora de suelos salinos para tratarlo con algún producto. Desde ya muchas gracias por su atención y mis felicitaciones por su aporte en cada suplemento eH! Cordialmente. Juan Manuel, General Roca No sé exactamente el nombre de esta maleza, pero la tengo vista y para respetar su sensación, vamos a llamarla “lechuguilla”. A mano es bastante difícil de erradicar, pero si lo quiere hacer por métodos naturales, deberá cortar con un cuchillo la raíz a una profundidad de por lo menos 2 centímetros y luego resembrar, vigilando durante el año que no haya rebrotes de la maleza, la que se debería eliminar de igual manera. También pude utilizar un herbicida selectivo, aplicado con una de esas pistolitas que se usan para limpiar vidrios. Este método se aparta de lo orgánico, por supuesto. El herbicida que yo le recomiendo es la sal sódica o MCPA, que se puede conseguir en las casas de productos del agro. Es un herbicida sistémico que afecta únicamente a las plantas de hoja ancha, por lo que al césped, que es de hoja angosta, no le hace daño. En una pistolita de esas que le menciono, de 1 litro de agua, agregue 15 centímetros cúbicos de herbicida y una gota de detergente (para una mejor dispersión). Es importante regar bien el día previo y luego suspender el riego por varios días. Este producto, al ser sistémico, se traslada en la planta y mata a la raíz. Lo puede aplicar incluso entre el mismo césped, ya que a esa concentración no lo afectará.
|