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"Infantilismo ciudadano en la educación y la Justicia"

El infantilismo es una enfermedad en el ser humano. El adulto que lo padece tiene regresiones infantiles y no toma una actitud madura y permanente de crecimiento. Dicho síntoma diría que es aplicable a la sociedad argentina; no nos desarrollamos sostenidamente.

Cuando Argentina creció en lo institucional y económico desde 1853 hasta 1930, y ante una crisis económica importante, abandonamos las instituciones con el primer golpe militar triunfante y en lo económico fuimos retrasándonos en las décadas subsiguientes con respecto a la mayor parte de las naciones del mundo. Buscamos en caudillos, tutores, líderes, transferirles casi toda la responsabilidad, esperando soluciones casi mágicas, no racionales. Si el individuo siente que otros se ocupan de él decae en su esfuerzo. Si otros le imponen lo que debe pensar y creer, su alternativa ya no se centra en crear o no crear sino en someterse o rebelarse.

Ni la sumisión ni la rebeldía, empero, generan desarrollo. La sumisión deja a la sociedad sin innovadores. La rebeldía desvía las energías contenidas en dirección a la resistencia, el bloqueo, la destrucción.

Un individuo en libertad sabe que su vida está a cargo de él, que ningún tutor se dispone a reemplazarlo. Presiente, por otra parte, que no hay freno ni castigo a su capacidad de inventar. Dueño de sí mismo, la vida se le presenta como un horizonte amplio e inquietante, porque deberá decidir cada día hacia dónde encaminarla. Sólo la libertad genera esa angustia creadora sin la cual no hay desarrollo. Para darle libertad al individuo, empero, hay que confiar en él.

Pero la sociedad argentina, al padecer de infantilismo, no se tiene confianza a sí misma, no predomina la confianza en los ciudadanos, no obstante la confianza señalada en nuestras constituciones nacional y provinciales. Son responsabilidades que le dan al ciudadano en la administración de la Justicia criminal y en la educación, algo muy importante y sentido por la sociedad argentina.

Para la administración de la Justicia criminal la Constitución nacional establece el juicio por jurados en los artículos 24, 75 inciso 12 y 118; nuestros representantes no lo reglamentan, no lo hacen operativo, porque no tienen ni dan confianza a los ciudadanos.

El desarrollo sostenido en todas las sociedades es generado cuando se tiene fe en el ejercicio de la razón humana y se le dan y asumen responsabilidades.

El juicio por jurados es una institución importante que integran por sorteo ciudadanos con sentido común; se sortean 12 personas por jurado, centenares por provincia. Éstos, después de escuchar a las partes (imputado, fiscal, defensor, peritos, testigos), con una dirección técnica (juez letrado) y en votación secreta establecen la culpabilidad o inocencia del imputado. Es apelable. De este modo se libera a los jueces que juzgan a personas imputadas de delitos comunes de esta carga y la asume el ciudadano soberano, ya que si es siempre el mismo juez él y su familia son amenazados y su decisión no es libre. Así se desarrolla la racionalidad en la sociedad, que se genera en la práctica.

Otra responsabilidad dada al ciudadano en la educación es la establecida en el artículo 119, que señala que los consejos escolares formados por vecinos y docentes en actividad electos deben funcionar en todos los distritos, para velar por la eficiencia de la educación y para ejercer el control, la administración y la disposición de los fondos de la educación -1.600 millones de pesos en el 2009-. En los hechos estos consejos hoy no funcionan y el que cumple estas funciones es el CPE, un ente autárquico dependiente de otro poder cuyas funciones en la educación -en lo administrativo- deben ser de control y no de disposición de fondos.

Al asumir responsabilidades maduramos como ciudadanos; nos equivocaríamos pero aprenderíamos del error. Si lo delegamos en contra de la Constitución, nunca vamos a aprender.

José Francisco Imaz

josefranciscoimaz@hotmail.com - Neuquén



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