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"Crisis: reducir la jornada laboral y aumentar la productiva" | ||
Desde hace tiempo venimos escuchando que una crisis es una oportunidad. Y, si somos capaces de desarrollar algo nuevo, puede ser verdad. Esta crisis en que nos encontramos puede ser la oportunidad de lograr un mayor bienestar general, una mejor calidad de vida para el conjunto de los que se atrevan a instrumentar nuevas estrategias. Hasta ahora las medidas que se van tomando sólo difieren formalmente de las que se pusieron en práctica a causa de la crisis anterior, que culminó con la Segunda Guerra Mundial. Organismos internacionales de previsión, control y ayuda no han sido suficientes para regular la relación entre la oferta y la demanda, que es lo que ahora realmente volvió a romperse, a hacer crisis. Lo que hasta hace pocos meses se mostraba como un círculo virtuoso de crecimiento del consumo, de la producción, del empleo y de los salarios y que los referentes políticos y económicos anunciaban que se prolongaría por lo menos por diez años, hoy se nos presenta como un círculo vicioso de menos consumo, menos producción, menos empleo y menos salarios, así como la dramática problemática que ello conlleva. Ahora, esos mismos referentes hablan de las consecuencias de esta crisis como de algo inevitable y esperan la resignación de toda la población ante el fenómeno, como si fuese una sequía o un tsunami (con éste se lo compara frecuentemente); hablan de "paliar la crisis" o de "moderar sus efectos" y se muestran impotentes para entender la crisis como una oportunidad y transformarla en algo positivo. Sin embargo, consideremos lo siguiente: la actividad económica (producción-distribución-consumo) es esencial y completamente humana; no es un fenómeno natural. Y si bien los fenómenos naturales excepcionales pueden afectar la producción, lo hacen de esa manera, excepcionalmente, en algún lugar del planeta y por lapsos bastante cortos, nunca en un grado tal que pueda causar una crisis económica. Por lo tanto, lo que ocurra con la economía depende fundamentalmente de nosotros y no deberíamos resignarnos frente a la crisis actual. Debe haber más de una manera de revertir la disminución del consumo y de la demanda, de romper ese círculo vicioso y recrear el virtuoso; por ejemplo, reduciendo paulatinamente la jornada laboral de 8 a 6 horas en los sectores de las actividades primarias y secundarias de la economía e incorporando a un trabajador actualmente desocupado por cada uno que esté ocupado, se llevaría la jornada productiva de 8 a 12 horas y se duplicarían el empleo y el poder adquisitivo de los trabajadores de esos sectores. Esto requerirá del aporte estatal (ahí están las reservas), para que las empresas puedan afrontar el incremento del costo laboral y la capacitación de los nuevos trabajadores, que iría disminuyendo hasta desaparecer cuando la empresa, por crecimiento de sus ingresos debido al aumento de la producción y de las ventas, pudiera sostenerlo por sí misma. Los funcionarios estatales y las organizaciones de trabajadores y de empresarios deberán empeñarse en coordinar estrategias para aprovechar la crisis creando nuevas relaciones y situaciones superadoras, en vez de enfrentarse por un pedazo de una torta que se achica. Hoy, General Motors, por ejemplo, frente a la caída de la demanda suspende o despide trabajadores y el sindicato para por tiempo indeterminado. Entran en un callejón sin salida. Sólo el aumento de la demanda puede revertir la situación y eso implica mayor consumo: más dinero en manos de la masa de consumidores. El círculo virtuoso debe reiniciarse, pero esto solamente será posible con nuevas estrategias; la crisis es la oportunidad para implementarlas. David Walther López DNI 11.481.303 Neuquén |
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