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"No quiero mi universidad sitiada"

Mañana vendrá alguien que creerá tener razón y me dirá que no puedo defender a bolivianos indocumentados.

Mañana vendrá alguien que creerá tener razón y me dirá que no puedo defender a evasores fiscales.

Mañana vendrá alguien que creerá tener razón y me dirá que no puedo defender a ladrones de estéreos.

Mañana vendrá alguien que creerá tener razón y me dirá que no puedo defender a golpeadores de mujeres.

Mañana vendrá alguien que creerá tener razón y me dirá que no puedo defender a mujeres abusadas.

Mañana vendrá alguien que creerá tener razón y me dirá que no puedo defender a libradores de cheques sin fondos.

Mañana vendrá alguien que creerá tener razón y me dirá que no puedo defender a represores.

La universidad vista como espacio privado donde yo digo quién entra y quién sale, donde yo digo que los que están tienen que tener determinado perfil político o social y que, si no lo tienen, deben ser lanzados al espacio.

El máster Pandolfi no es del palo, como suele decirse. No lo es por muchas cosas que piensa. No lo es por mucha de la gente a la que defiende. No lo es por muchos amigos poderosos que tiene. El máster Pandolfi no es del palo porque deliberadamente decidió estar en otro lugar, por posicionamientos políticos, por declaraciones, por historias de vida? por propios prejuicios.

Ahora, la mano tendida es el único gesto digno que se me ocurre ante la confusión instalada. Si no fuera él, si los apellidos en danza fueran otros, si las causales esgrimidas fueran algunas de las que anteriormente mencioné u otras, si las circunstancias fueran parecidas y los tachados fueran otros? mi actitud probablemente sería igual que ésta. Salvo el espectáculo grosero que genera la contemplación pasiva del escarnio, todo indica que no podemos callar. No lo podemos hacer so pena de caer en el ridículo de que todos crean que todos pensamos así.

Mi universidad enseña que la diversidad es necesaria. Pero el ámbito de discusión y de pensamiento libre que la universidad debe fomentar y sostener sufre el embate del extremo. Los tiempos políticos indican que los vientos, a veces, soplan fuerte. Soplan para un lado y soplan para el otro. Ayer muchos de los que creían tener razón echaron a los profesores universitarios porque pensaban distinto; los acusaron de subversivos. Los torturaron y los desaparecieron. Después, muchos de los que creían tener razón mandaron a los científicos a lavar los platos. Es así que muchos de los que creían tener razón utilizaron el posicionamiento coyuntural para atacar al sector que creían amenazante para sus intereses. Pasó con los nazis, con la Rusia estalinista, con los militares en Latinoamérica...

No quiero mi universidad sitiada. Pretendo que todas las ideas puedan confluir. Que la discusión pueda darse desde cualquier lugar y desde cualquier postura y que la dé cualquier persona. Porque ahí probablemente es el único lugar donde esté permitido, porque tal vez ése sea uno de los pocos ámbitos públicos que no están totalmente privatizados, porque en la universidad las guerras tienen otra dimensión y afuera de ella prácticamente ya no quedan espacios para la tolerancia intelectual.

Es cierto que se está atacando el derecho de defensa en su más amplia acepción: el del abogado que lo ejerce y el de la persona que lo necesita. Y esto es así porque los hechos lo demuestran: acusado de tener un perfil profesional orientado a determinados delitos, se sanciona a Pandolfi por ese hecho. El día de mañana alguien que creerá tener razón pensará que todos los que defendimos los cortes de ruta o apoyamos medidas de acción sindical desde la profesión resultamos peligrosos para estar en una universidad. Por esto no quería callar. Porque sabido es que Pandolfi no es del palo pero es un luchador. Errático tal vez, que no defiende exactamente las mismas ideas que yo, pero que lo hace desde el convencimiento y desde la razón que otorga, precisamente, la libertad de poder hacerlo.

Sandro Chaina (abogado egresado de la UNC) - Roca



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