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"Cobran como de primera, pero..."

Como director de un medio especializado en turismo, estoy habituado a visitar terminales aéreas y terrestres y a describir -calificando- a los diversos prestadores.

En las aéreas ya me resigné a pagar cafés y estacionamientos mucho más caros que los de la ciudad a las que sirven esas terminales. Podríamos aceptar que se trata de lugares alejados de los proveedores y que suelen pagar concesiones elevadas, lo que encarece sus prestaciones. En el aeropuerto de Bariloche -que me tocó transitar hace unas semanas- por estacionar cobraban $ 4 (casi un euro) la hora y por el café"cito", $ 8 (más de dos dólares).

Sin embargo tuve que estacionarme bajo un sol rajante. Aceptar un café livianito, frío y sin espuma por lo lento del servicio (pese a que la cafetería estaba semivacía), tomado de apuro junto a un ventanal con el marco sucio y mal pintado y frente a un cristal opacado por una suciedad que se reflejaba -provocativa- en el límpido cielo barilochense. Yo no criticaré los precios. Éstos se forman con costos que tampoco son bajos y con un socio/Estado que cobra caro y que no devuelve mucho. Pero me pregunto si el prestador no hace lo mismo que nuestro Estado: cobrar como primera pero contraprestando de segunda (y a veces de tercera).

Estas razones nos están colocando, con cifras que ya se reflejaron en las últimas dos temporadas, fuera de competencia en lo tarifario respecto de los vecinos. Y observamos cifras de arribos nacionales e internacionales -aun las oficiales- que ya muestran la caída, y eso desde bien antes de la crisis internacional. Pero lo lamentable no son las tarifas elevadas; eso es algo inmanejable para los prestadores. Los destinos mundiales más exitosos -Francia y España, por nombrar los que lideran el ranking- no son precisamente de los baratos.

Lo grave de nuestro caso es que a la falta de calidad en la prestación se agregan las malas actitudes de los que "despachan", un mundo sin cariño por su trabajo, sin vocación de hospitalidad, sin formación profesional, con empresarios improvisados. Y en un mercado muy competitivo en el que el cliente ya tiene otras opciones, más baratas o de mejor calidad, por el dinero que paga.

Cuando -esperemos que no suceda- en pocos meses los empresarios empiecen a hablar de declarar la emergencia turística argumentarán cuestiones macroeconómicas o climatológicas, olvidando las relativas a la distorsión calidad/precio.

Eduardo Detang, DNI 7.629.203 - San Martín de los Andes



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