En un nuevo año electoral donde deben revalidarse algunos títulos, elecciones a concejales en la ciudad del Neuquén, representantes legislativos nacionales y recambio en las autoridades partidarias del MPN, el gobernador Jorge Sapag acaba de conformar un acuerdo de cúpulas partidario consensuado sólo entre dos personas. Un partido provincial que siempre se jactó de elegir a sus candidatos en elecciones internas, democráticas, libres y transparentes, con el trabajo místico de campaña de la militancia partidaria, acaba de dejar de lado todo eso por un consenso entre Sapag y Sobisch. Un partido provincial en que sus dirigentes pregonaban en sus discursos, por la necesidad de un recambio dirigencial, la oxigenación y la salud del partido acaba de dejar una vez más de lado a las generaciones más jóvenes para acceder a los cargos partidarios más relevantes del partido, por dos dirigentes de la historia emepenista. Ahora bien, si no hay más elecciones internas, el partido se cierra y se hace lo que dicen sus máximos dirigentes; sin consultar a las bases no existe la oportunidad ni la posibilidad de que nadie se postule a ocupar cargos partidarios. Está claro que Jorge Sapag con este acuerdo acaba de salvar al partido de las internas sin exponerlo a un desgaste que podría ser fatal para las generales, dados la potencial fractura, los resquemores y los rencores que dejan el orgullo de más de un militante herido. En las últimas elecciones se demostró que es muy difícil volver a unir y alinear la tropa, sobre todo en algunos municipios, pero cómo queda la imagen del actual gobernador con este acuerdo ante la sociedad en general. Un pueblo que votó justamente un cambio positivo para no volver a la prepotencia, la soberbia, e intolerancia a la que nos tenía acostumbrados Sobisch. Cómo se separa Sapag de la pesada herencia de Fuentealba, de la profunda crisis en el sistema de salud, de los constantes conflictos con los docentes y la crisis educativa imperante en la provincia, cómo se separa del dinero faltante en millones de pesos que advirtió apenas comenzaba a caminar su gobierno. El partido provincial –llámese Sapag, Sobisch o Salvatori es siempre lo mismo, no pueden diferenciarse unos de otros– es un partido que viene gobernando la provincia hace más de 50 años. Un partido que supo construir una base de militancia tan grande que hoy no soporta una elección interna. No puede fracturarse poselecciones internas porque sólo le queda ese poder para llegar a la gobernación, la presión ya sea de una línea partidaria u otra de ocupar puestos en la mayoría de los sectores de la administración provincial. Si el actual gobernador no accede al consenso de que las dos facciones más fuertes del partido deben ocupar lugares en la administración pública no puede ganar una elección más. Se han perdido muchos municipios, el partido es muy grande y la cantidad de puestos a ocupar son muy escasos… Entonces cuántos votos le puede sumar Sobisch este año teniendo en cuenta que perdió las presidenciales en su propia provincia ante Cristina Fernández de Kirchner. Una elección interna lo habría separado definitivamente del sobischismo sin desilusionar al electorado que lo votó en junio del 2007 que cree que es el cambio definitivo en la provincia. Habría que preguntarse hasta dónde puede aguantar el pueblo tanto atropello a lo prometido en las campañas electorales, si después en el gobierno prevalecen los intereses partidarios por sobre los generales. Es de suponer que esto le abre un frente electoral adverso a Jorge Sapag, dado que la mayor parte del pueblo que lo votó pensaría que nada ha cambiado si arregla con Jorge Sobisch una lista única. ¿Cuántos puntos de imagen positiva y caudal electoral puede perder Sapag con este acuerdo por no haberse separado definitivamente del sobischismo? ¿Cuál es el costo político, si es que lo hay? Habría que preguntárselo a la sociedad. Pablo Leiva, DNI 25.173.317 - Plaza Huincul
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