Hace 58 años que vivo en General Roca. En este lugar estudié, armé mi hogar y ejercí la docencia durante 25 años en distintos colegios secundarios como profesora de Lengua y Literatura. Luego me dediqué, junto con mi esposo, a la actividad comercial. Actualmente, y desde hace 20 años, estamos frente a dos negocios y nos sentimos orgullosos de haber logrado construir algo así.Son comercios familiares en los que siempre priorizamos lo humano, sin trazar diferencias en la relación patrón-empleado. Pero, en este mundo que nos toca vivir, parece que esta actitud frente al trabajo ha dejado de tener vigencia. Hay empleados que se han convertido en verdaderas cargas monetarias, en donde su sine qua non es permanecer frente a la actividad un año o un año y medio y luego se dan por despedidos. Es así como, previo juicio laboral, se hacen de una renta mensual, acompañada de un seguro de desempleo. De esta manera viven a expensas del otro, creyendo que el comerciante (que la pelea todos los días) es un empresario de una multinacional que viaja a Europa en forma permanente y cambia su vehículo todos los años.Unámonos, comerciantes, frente a esta persecución cruel e infame pergeñada por desleales trabajadores amparados por abogados (o abogaduchos) que, por un puñado de monedas, se prestan a “defender” sin previo conocimiento las actitudes maquiavélicas de estos personajes.Estos “doctores”, como dicen llamarse, ¿qué han hecho del juramento que una vez supieron hacer? ¿Qué tipo de justicia imparten?Estimados comerciantes, es bueno tomar conciencia: estamos frente a una verdadera industria de juicios laborales. Ángela Meridione, LC 6.417.766Roca
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