>
"Frente a tanta locura, tanta muerte, Alfonsín pregonaba la paz"

Mucho se ha dicho y escrito en los últimos días de Raúl Alfonsín. Su muerte causó conmoción, produjo nostalgia, se escuchan palabras de elogios de cada persona que a él se refiera, el mundo habla de su partida.

Yo quiero dejar, con cierto egoísmo, mi cuestión personal frente a su muerte. Siento hacerlo así porque fue Alfonsín quien, como a muchos, me impulsó a principios del año 1983 a militar en política. Frente a tanta locura, tanto odio, tanta muerte, Alfonsín pregonaba la paz, la libertad, la justicia social, el tenderle una mano al más débil, al que menos tiene. Fue justamente eso lo que me llevó a incorporarme a la militancia política. Y así lo entendíamos todos los que militábamos en esa época; todo era pasión y compromiso para lograr una sociedad mejor, ganas de estar, de participar, en cualquier partido político, pero debíamos ser parte de la historia de la recuperación democrática. Todos soñábamos con un destino distinto, en paz, libertad e igualdad. Después vinieron años tumultuosos, difíciles, con el juicio a las Juntas, los levantamientos militares, los incomprensibles trece paros de la CGT, jaqueando al gobierno junto a los capitanes de la industria y la Sociedad Rural. Y luego, el final del gobierno.

Hoy, más que nunca, siento orgullo de haber sido parte de ese proceso. Con el paso de los años, la sociedad ha entendido a ese hombre que luchó hasta lo último por sus ideas, que pregonó la austeridad y la honestidad como modo de vida, y así vivió y murió.

Debieron pasar décadas, violencia y sangre para que la clase dirigente y la sociedad aceptaran las transformaciones en la estructura social del país causadas por Hipólito Yrigoyen y Juan Perón. Fue necesario pasar por las penurias de la década del ´70 para que se rescatara el valor republicano de Humberto Illia y el impulso modernizador de Arturo Frondizi. En este contexto de país, signado por rupturas, desencuentros, intolerancias y con recapacitaciones tardías, Alfonsín no fue en ese aspecto una excepción.

Hoy nadie duda de su honestidad, todos rescatan su dignidad y lucha por lo que sintió, su profunda fe democrática y su honestidad. Sin él, el camino de la consolidación democrática no hubiese sido posible.

Nos queda a nosotros la difícil misión, sobre todo en los tiempos que corren, de defender esos valores.

No debemos quedarnos solamente en lo discursivo llorando la pérdida de un gran hombre. La mejor forma de homenajearlo es luchar por la decencia, la honestidad, la igualdad de oportunidades, por tender una mano al más débil, al que menos tiene, por la vuelta de los ideales, por alcanzar utopías, por la unidad, la libertad, la paz y la justicia.

La sociedad ha perdido los ideales y las ganas de alcanzar las utopías. Nuestro partido los ha perdido. Nos hemos dividido, nos hemos desangrado, hemos traicionado muchos ideales. Debemos volver a las fuentes, debemos recuperar esos sueños perdidos para poder tener de una vez por todas una sociedad más justa y solidaria, donde todos podamos ser felices.

Estoy persuadido de que ésa es la mejor forma de homenajear al Dr. Raúl Alfonsín.

Quiero finalizar con unas palabras que me hizo llegar mi gran amigo Fernando Basterra, con quien compartimos interminables charlas y discusiones:

"Días tristes si los hay. Va mi pequeño homenaje a un grande, a un padre de la democracia, a un verdadero luchador de los derechos humanos, que arrancó militando en pleno proceso, cuando los que cacarean hoy y se jactan de haber sido los únicos que hicieron algo por la democracia antes callaban; a un tipo que dignificó la política; a una persona honesta que se murió con el único departamento que tenía desde que llegó de Chascomús, cuya jubilación vitalicia como ex presidente de la Nación se la donaba a los jubilados de su pueblo natal".

Alejandro Galván Gattoni, DNI 18.331.730

Afiliado UCR - Bariloche



Use la opción de su browser para imprimir o haga clic aquí