Carta abierta a los docentes en lucha.

Señores docentes que participan de las medidas de protesta que son de público conocimiento:

Motiva esta reflexión la cercanía del 24 de marzo, el recuerdo de los hechos históricos acaecidos en nuestro país que esta fecha conmemora y la tristeza como argentino de comprobar que muchos -pero muchos- jóvenes no saben a que me estoy refiriendo.

Soy consciente del valor de la lucha por los derechos como ciudadanos y trabajadores, entiendo que reclamen mejores sueldos y condiciones de trabajo. Pero, señores docentes, están llegando a instancias de avasallar autoritariamente los derechos del resto de los ciudadanos, impidiéndonos en algunos casos el desarrollo normal de nuestras tareas, generando trastornos de diversa índole, con sus benditos cortes de rutas.

¿No es eso violencia? ¿No es eso autoritarismo? ¿Qué ejemplo están dando a sus alumnos?

Porque parece que han olvidado -así lo creo- que como docentes, además de ser empleados y ganar un merecido sueldo, trabajan con personas. Han olvidado la importante función social del maestro por pensar sólo en su bolsillo.

No son peras o manzanas que pueden dejar de ser cosechadas; son niños y no pueden dejar de ser educados.

Veo a los docentes abandonar las aulas, pero también veo a jóvenes que no saben leer, desconocen mínimas reglas ortográficas, no saben expresarse, no tiene valores, fracasan en sus estudios superiores, han perdido el respeto por la escuela como institución.

Es mi humilde opinión, señores, -y volviendo a lo que motivó esta reflexión- que quizá deberían estar en las aulas enseñándoles a las futuras generaciones, entre otras cosas, lo que ocurrió en nuestro país el 24 de marzo de 1976.

Y luego sí, cumplido el horario de trabajo y cumplido el compromiso con la sociedad, salgan a reclamar por sus derechos, teniendo en cuenta que la libertad de cada uno termina donde empieza la de los demás.

Por último, entiéndase esta nota como una opinión más de alguien a quien el ámbito docente no le es ajeno, sin alusiones personales y con el profundo respeto que merecen como docentes, trabajadores y seres humanos.

Carlos Ignacio Decundo

DNI 22.916.804

Luis Beltrán