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"Han pasado siete años y en Río Negro la historia vuelve a repetirse"

Fui uno de los cuatro padres que viajaron a Viedma en el 2002 en un intento por destrabar el conflicto docente para que comenzara el ciclo lectivo de ese año.

Viajamos con una carpeta en la cual llevábamos alrededor de treinta propuestas que habíamos pergeñado (constituciones nacional y provincial mediante) para generar el dinero que faltaba para el incremento del sueldo de los docentes.

Así, luego de un intenso debate con una docena de legisladores, logramos arribar al acuerdo de que al día siguiente se trataría en la Legislatura la nueva ley de emergencia educativa y se utilizarían para ello varias de las propuestas aportadas por nosotros.

Por fortuna la ley se aprobó: de lo que se recaudara, un 70% se dejaría para los maestros y el 30% restante, para salud. Así se destrababa el conflicto existente y daba, por fin, comienzo al ciclo lectivo.

Sólo fuimos un grupo de padres que no teníamos formación legal pero que, utilizando el sentido común, buscando información, aportando ideas y agudizando nuestro ingenio logramos, ni más ni menos, que nuestros hijos volvieran a las aulas con sus maestros. O sea, ustedes.

No perseguíamos ningún fin político ni teníamos segundas intenciones; sólo nos animaba el hecho de poder interceder entre el gobierno provincial y el gremio de la Unter para que el conflicto se destrabara, comenzaran las clases y nuestros hijos por fin volvieran a estudiar.

Han pasado siete años y la historia vuelve a repetirse, con el agravante de ver cómo los docentes vulneran los derechos de los niños en primer término y del resto de los habitantes en segundo lugar.

Aquella vieja frase que reza "Tus derechos se terminan donde comienzan los míos" no puede ser mejor aplicada cuando los maestros cortan las calles o las rutas impidiendo el paso de los vehículos o se manifiestan dentro de un banco. No he visto a ningún docente aportar ideas como lo hicimos nosotros bajo su cuenta o cargo.

Sí, señores maestros, toda aquella movida la hicimos pagando de nuestro bolsillo y no porque nos sobrara, puesto que éramos todos laburantes y nos costó viajar, utilizar nuestro tiempo para propiciar una solución para ustedes y para que nuestros hijos continuaran con su educación sin salir tan perdidosos en su nivel educativo.

Se me ocurre que, si bien no es su trabajo, como no lo era el nuestro en aquel momento, bien podrían sentarse a pensar en aportar alguna solución, alguna idea, trabajar en conjunto con el Estado.

Obviamente, hay gente que puede aportar y apostar a hacer algo positivo para cambiar las cosas.

De la manera en que están las cosas hoy por hoy sólo puedo ver que el gremio está más interesado en lograr que les suban el mínimo del salario (beneficiando su propio ingreso) pero que, a la postre, al trabajador, aunque le incrementen el salario, le van a hacer una quita más grande que la que le hacen ahora. De manera que, a mayor ganancia para el docente, obviamente, mayor ganancia para el gremio. Porque, entiéndase bien: el aumento que piden es sobre el salario mínimo... ¿y de qué parte del sueldo se nutre el gremio?

Existen muchos buenos maestros que no comulgan con el gremio y que querrían estar dando clases ahora, ya. Pero no lo hacen para no ser despreciados por sus pares. Lo sé porque tengo amigos y familiares en la docencia. Una pena, por ellos y por los niños.

Un último comentario. No estoy afiliado a ningún partido político ni tengo "amigos" dentro del gobierno que me hayan pedido que escribiera esto. En todo caso, me anima el recuerdo de haber participado en aquella casi gesta en que cuatro simples padres logramos imponernos en la Legislatura provincial.

Eduardo C. V. Ballestero

DNI 11.581.278

Bariloche



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