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"Tres pilares básicos de todo grupo organizado"

El 27 de febrero pasado, en página 20, publicaron una carta de lectores titulada "Es saludable que no haya interés en ingresar a la Policía". Mi propósito es reflexionar respecto a que, si analizamos el pasado humano, podemos comprobar claramente que hasta los grupos más primitivos han estado siempre organizados sobre la base de tres pilares esenciales: la salud, la educación y la seguridad.

Tratándose de seres humanos, es comprensible que desde tiempos inmemoriales esos tres estamentos fundamentales estuvieran integrados por seres abnegados que se sacrificaban por su comunidad y también por seres abyectos indignos de que se los considerara humanos.

Teniendo en cuenta el e-mail que nos suministra el autor de la mencionada carta, debo suponer que no se trata de un iletrado y por tal motivo me resulta disparatado el que considere saludable el hecho de que este año no haya suficientes interesados en ingresar a la Policía, basándose en algunas discutibles y puntuales falencias registradas en el accionar policial, habida cuenta de que con similares argumentos también podrían descalificarse, y a la lectura de las noticias que diariamente nos traen los periódicos me remito, los procedimientos reprobables de algunos docentes que violan, corrompen y maltratan a sus alumnos, como así también la circunstancia de que haya médicos que desempeñan su profesión sin un verdadero sentido humanitario y sólo se manejen por el simple lucro material y a veces pongan en peligro la salud de sus pacientes.

Creo que de manera elementalmente sensata no se puede descalificar, como lo hace el señor Eduardo Luis Serralunga, a de ninguna de esas instituciones basales de todo grupo humano por el comportamiento individual de algunos de sus integrantes, con el agravante de que, en términos estrictamente humanos, nunca deberíamos perder de vista la circunstancia de que la generalidad de los médicos y la de los docentes, cuando salen de sus hogares para realizar sus diarias tareas, tanto ellos como sus familias saben a qué horas volverán.

En cambio los buenos policías, que también existen entre nosotros, nunca están seguros de si ése será no su último día de vida, porque la han puesto y la sacrifican al servicio de la sociedad.

Por algo el refrán, que suele sintetizar la sabiduría popular, nos dice que "De Dios y del Policía la gente sólo se acuerda cuando los necesita".

Tengamos presente entonces que, si fuéramos ángeles, no serían necesarias ni las Fuerzas Armadas ni las Fuerzas de Seguridad y, en cambio, lo realmente saludable sería que nos preocupáramos para que quienes dedican sus vidas a cubrir esos tres pilares básicos de lo comunitario reciban una excelente educación profesional y una retribución acorde con la importancia de sus innegables sacrificios y abnegación, sin los cuales no podrían desempeñar vocacionalmente esas vitales funciones.

Santiago Polito Belmonte

DNI 4.035.638

Neuquén



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