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"Va llegando la hora de encontrar algún otro método de reclamo"

El camionero se enoja porque encuentra la ruta cortada y protesta. Pero se olvida de cuántas veces sus colegas atravesaron sus equipos en distintos caminos del país pidiendo mejoras salariales. El docente que se mantiene en el corte se olvida de las veces que maldijo el corte de ruta de los rurales, de los productores, de los albañiles o de la gente de tal o cual barrio, que reclamaba por la falta de agua o de un semáforo o de un médico que atendiera la salita más de dos veces por mes...

Más de uno de esos mismos vecinos se habrá visto sorprendido e indignado porque un grupo de ciudadanos cortó otras calles o rutas pidiendo el pronto esclarecimiento de tal asesinato o violación... Y lo que comenzó como una protesta popular se va pareciendo cada vez más a una guerra de pobres contra pobres... Porque en la mayoría de los casos no se afecta a los que tendrían que prestar atención a los conflictos: jueces, funcionarios del Legislativo o Ejecutivo no se atienden en las salitas ni mandan a sus chicos a la escuela del barrio, no suelen reclamar por sueldos como los de los rurales, maestros o albañiles o por falta de agua o por el mal estado de sus calles, habitualmente acceden a una seguridad (privada y cara) que los vuelve menos vulnerables a crímenes o delitos (guardaespaldas, sistemas de seguridad sofisticados, cámaras filmadoras, altos paredones en sus viviendas, rejas...).

Calculo que va llegando la hora de apelar al máximo a la creatividad y encontrar algún otro método que haga sentir el legítimo reclamo de la gente a quienes tienen que sentirlo.

Todos estamos preocupados porque nuestros hijos e hijas no tienen clases. Pero la educación está tan desatendida, desde hace muchos años, que independientemente de si los docentes hacen huelga o no nuestros hijos están recibiendo una pésima educación. Docentes sin la correspondiente capacitación en muchos casos, edificios en condiciones deplorables, aulas superpobladas, situaciones en las que los docentes son poco menos que magos. Bueno, la verdad, magos no; el mago hace un truco, el docente tristemente se encuentra con la realidad, que quisiera hacer desaparecer y no sabe cómo: criaturas mal alimentadas, abusadas, desatendidas, malcriadas en su propio hogar... Con todo eso y no solamente con enseñar la tabla del 3 o los ríos de Argentina, los diptongos o la Revolución de Mayo se las tiene que ver un maestro al llegar a la escuela.

Muchas veces me da la impresión de que el problema de que no haya clases para muchos papás y mamás es que no saben qué hacer con los pibes. Claro, en tiempo de clases la escuela los "contiene". Si hay huelga, se tienen que hacer cargo por más horas papá y mamá, ese mismo papá y esa misma mamá que cuando un maestro o profesor le levanta la voz a su hijo o hija caen como araña a la escuela (capaz que a las reuniones de padres ni van) porque "mi hijo es incapaz de hacer una cosa así...". Papás y mamás que nunca, jamás, se acercan a la escuela, que ni conocen a los que les enseñan a su hijo o hija, cuando hay huelga opinan sobre la educación, llaman a las radios, juzgan a los docentes en general y se manifiestan en contra del paro. A veces he visto esas familias con dos, tres o cuatro hijos, o con uno solo, que la pasan renegando, que "ya no saben qué hacer con estos chicos" o "que son insoportables" o "que son lo más terrible que hay, fatales"... Y pienso que un aula de cualquier escuela es eso mismo multiplicado por lo menos por 5.

A nadie le gusta el paro. Tampoco a los docentes. Menos aún pasarse semanas fuera de su casa, al costado de la ruta, durmiendo y comiendo mal y exponiéndose a situaciones de riesgo aun para la propia vida. Una pregunta: ¿por qué el paro? ¿Por qué el corte de ruta? ¿No hay otro modo de pedir? ¿Cuál es el método adecuado? ¿Reuniones, notas? ¿Se llega a conseguir algo mediante notas o reuniones?

A todo esto, los gobernantes siguen insensibles.

Rafael Zamaro, DNI 13.925.272 - Huergo



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