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"Los docentes, con la misma verborragia pero cada vez más intolerantes"

Esto lo escribí hace 9 años (2/8/2000) en este mismo diario, y con ello quiero demostrar que no ha cambiado nada -esa foto estática es la misma del 2009 y de todos los años anteriores-. Los trabajadores de la educación siguen con la misma verborragia pero lamentablemente cada vez más intolerantes, el Estado sigue con la misma desidia de aquellas épocas y otras autoridades, sin habérseles caído una idea aportante a crear políticas de Estado en educación y los padres seguimos con total parsimonia viendo pasar frente a nuestros ojos cómo transcurre la "des-educación" de nuestros hijos.

Hoy vuelvo a escuchar el mismo cantito: "en defensa de la escuela pública" 72 horas de paro más 72 horas de paro, más cortes de rutas, a eso sumémosle algún mártir. Señores maestros, con eso están logrando que aquellos que pueden dejen la escuela pública y manden sus hijos a las privadas, y si no observen el crecimiento de las matrículas en las escuelas que no son estatales. Pero no hay problema, el Estado después de varios paros se sentará con ustedes, les dará un pequeño porcentaje de aumento y "no les descontará los días de lucha". Y nosotros, los padres, contando los días que falten para terminar el año lectivo y rogando ¡que no haya más paros! para que los nenes puedan pasar de grado y/o año, total qué importa si algo aprendieron o no.

Yo antes me preguntaba molesto: ¿qué país les estamos dejando a nuestros hijos? Hoy con amargura debo decir y preguntar: padres, maestros, gobernantes, ¿qué hijos le estamos dejando a nuestro país?

Lean si no parece salido de las rotativas de hoy.

Señores maestros, la tan pregonada defensa de la escuela pública no se hace debajo o detrás de una pancarta. Tampoco encolumnados detrás de las diatribas mesiánicas de dirigentes fundamentalistas que vienen repitiendo el mismo y perimido eslogan de hace tres décadas. Menos aún escudándose detrás de los educandos, para presionar a las autoridades en la consecución de tal o cual privilegio, o solicitándoles a los padres que no envíen a sus hijos a la escuela para poder realizar en horarios de enseñanza las tan mentadas y desvirtuadas "jo?das institucionales", cuyos logros (si los hubo) no se ven reflejados en el mejor aprendizaje de los alumnos.

La escuela pública se defiende inculcándoles a los alumnos sus mejores conocimientos (que indudablemente la mayoría de los maestros los tiene), repitiendo la enseñanza de las mejores virtudes (que recibieron de sus antiguos maestros y sus padres), estando frente a los alumnos (para que los mismos no pierdan días de clases) la mayor cantidad de horas posibles, estimulando el dictado de clases de apoyo (para quienes las necesiten), invitando a los padres a la escuela para compartir las inquietudes y falencias de sus hijos (no simplemente para conseguir el apoyo a cuanto paro o movilización surja ante el recorte de alguna prerrogativa privilegiada).

La escuela pública, libre y gratuita es para todo habitante, pero especialmente (y más en estos tiempos) para los menos pudientes, en su mayoría hijos de empleados (o desocupados) que desean cultivarse para poder desarrollarse en el porvenir y que ven el esfuerzo de sus padres (muchos de ellos ganando sueldos o haciendo changas que ni remotamente llegan a compararse con los sueldos de los maestros) para que diariamente puedan concurrir a la escuela. Y se encuentran con la cruda realidad de que varios días al mes se deben volver a sus hogares puesto que la "señorita maestra" hoy no da clases porque se adhirió al paro, movilización, marcha o marchita o porque tiene "jornada."

Por eso, y como miembro de la comunidad educativa (como gusta el gremio de nombrar a los padres), le pido a la gran mayoría silenciosa de padres que envíe a sus hijos a la escuela los días en que los maestros se atribuyen "la jornada institucional", los días en que se publicitan los paros. Y que comprendan los gremialistas que existen otros ámbitos de confrontación.

 

Miguel A. Brillo

LE 7.688.203

Neuquén



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