Hacía rato que no asistía a un desfile llamado cívico militar y me pareció más militar, y tristemente me hizo acordar a la dictadura.

Había policías, militares, grupos especiales como para hacer licuado, de cívico no tenía nada. El intendente estaba vestido de gaucho, en el palco había de todas las especies humanas: asesores, ñoquis, políticos, mujeres llenas de botox, estancieros, pero ningún ciudadano común.

Como me gustan las novelas de ficción me quedé para los discursos: el intendente hablaba de sus obras faraónicas, de un lugar privilegiado como Junín; el gobernador, de la crisis que seguramente la pagaremos y nos ajustaremos los de siempre (la clase obrera), de tiempos de paz social, de tierra nueva... pero para ellos.

A pocas cuadras de ahí había otro panorama: gente alcoholizada, indigentes, jóvenes desocupados no escolarizados, mucha pobreza; como diría mi vieja, la basura hay que esconderla debajo de la alfombra para que no se vea.

Tanto el intendente como el gobernador no hablaron de generar trabajo genuino, de invertir más en salud y educación, de no utilizar fondos públicos para la campaña que se viene -interna como legislativas-, de planes de viviendas acordes al bolsillo común o de expropiación de tierras a estancieros y militares.

Hace 17 años interrumpidos que mal gobierna el MPN y Junín es un pueblo para pocos, el resto padece: el costo de vida es altísimo, calles sin asfalto , problemas con el agua, etc.

Jorge Porrino,

DNI 11.845.992

Junín de los Andes