NUEVA YORK (DPA).- En vista del precio record que alcanzaron alimentos básicos como el trigo, el arroz o la soja, los mercados financieros están cada vez más en la picota. Los críticos culpan a los especuladores de que, en su ambición por obtener beneficios, la cesta de alimentos básicos sea inaccesible para cada vez más personas en todo el mundo. De hecho, actualmente se obtienen grandes beneficios en los negocios financieros relacionados con productos agrarios, pero los expertos discrepan sobre el peso real de la influencia de los operadores bursátiles en el precio de los alimentos y de las necesidades reales de suministro. En los particulares mercados financieros agrarios fluyó últimamente cada vez más dinero. Tras la crisis crediticia y las turbulencias de los mercados bursátiles, grandes inversores buscan en todo el mundo alternativas de posibles inversiones. Cuanto más escala el precio de los alimentos mayor capital se atrae, y el curso de estos valores no dejó de subir especialmente desde finales del 2006. Históricamente el negocio de los futuros (“Futures”) para productos agrarios debería ayudar financieramente a los agricultores. Gracias a estos mercados, los agricultores pueden vender sus cereales en papel incluso antes de la cosecha y obtener el dinero que necesitan para realizar inversiones. De ahí surgió un mercado financiero gigante con sus propias bolsas como, por ejemplo, la CME/CBOT en Chicago, la más importante de Estados Unidos. Aún más rápido gira la espiral de precios mediante una particularidad de los mercados financieros de alimentos básicos y materias primas –los llamados commodities–: los negocios deben estar respaldados por mucho menos capital propio que lo que ocurre en el caso de los mercados de valores. Basta con una cuota relativamente baja de capital y una alta cuota de créditos para invertir y se pueden obtener consistentes beneficios. Esto atrae a numerosos especuladores, como ocurre con los fondos de alto riesgo Hedge-Fondos. En estos mercados, que antes estaban reservados a los expertos, entran desde hace tiempo inversores privados. En plataformas de comercio on-line es más fácil que nunca invertir en “Trigo, Maíz & Co.” Gurúes de la inversión como Jim Rogersas echan más leña al fuego del ansia especuladora con sus consejos sobre las próximas tendencias: “Hay que comprar tanto azúcar como se pueda: el precio del azúcar explotará”. Los riesgos, sin embargo, son enormes dependiendo del negocio y pueden provocar la pérdida total de la inversión. Sin embargo, quienes invirtieron a finales del 2006 en negocios de futuro en trigo pudieron doblar su dinero: una fanega de trigo alcanzó por momentos en la CBOT el precio record de 13 dólares. En el caso del maíz o la soja la tendencia es similar. La renombrada revista de inversión estadounidense “Barron’s” dedicó recientemente su historia de portada al nuevo boom en este sector y habló de una enorme burbuja especuladora. Según el Banco Mundial, los precios de los alimentos aumentaron en los últimos tres años, en promedio, más del 80%. Pero incluso cuando los especuladores tengan parte de la culpa, también existen factores de fase que explican la explosión de los precios. El aumento rasante de la población crea una mayor necesidad alimenticia; junto a un mayor bienestar en los países emergentes –por ejemplo asiáticos– aumenta también la demanda de alimentos de más alto valor y alimento para el ganado y, además, el auge de los biocombustibles hace que cada vez más productos agrarios aterricen en los tanques en vez de en los platos. De todas formas, los mercados financieros apenas influyen en el precio del arroz, pues se negocia mucho menos en los mercados de futuros. La mayoría de grandes productores de arroz, como China, India y Egipto, dictan ya limitaciones a su exportación, lo que ayuda a algunas poblaciones pero agudiza la situación precaria de muchos países pobres que lo importan como Bangladesh o los estados africanos. El Instituto de Investigación Internacional sobre Políticas Alimentarias en Washington concluyó que por cada punto porcentual que suben los precios de los alimentos, 16 millones de personas se encuentran amenazados por el hambre. El fin de la alarma no está a la vista tan cerca: pese a que el precio del trigo volvió a alejarse de su record bursátil y los analistas esperan a mediano plazo precios algo más bajos para los próximos años en el caso de algunos alimentos de base, éstos no volverán a su nivel anterior. De ahí que el banco de inversión Goldman Sachs recomiende a sus clientes por primera vez que compren semillas de soja y maíz para aumentar sus beneficios, porque en los próximos años serán muy rentables.
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